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3 Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro, 4 Y le dijo: Corre, habla a este joven, diciendo: Sin murallas será habitada Jerusalén a causa de la multitud de los hombres, y de las bestias en medio de ella. 5 Yo seré para ella, dice el SE

Vamos a hacer un trato. Si yo no puedo hacer lo que hagas, yo seré criado tuyo; si no puedes hacer lo que haga yo, serás mi criado. Trato hecho dijo el gigante; me gustaría tener de criado un hombre como , porque me cansa pensar, y tienes cabeza para dos. Vaya, pues; ahí están mis dos cubos: ve a traerme el agua para la comida.

Querido amigo le dije arrojándome enajenado en sus brazos, no me digas nada, nada objetes. Seré prudente, muy prudente, pero seré también dichoso; concédeme esos dos meses, que no volverán, que no tornaré a encontrar; es corto tiempo y tal vez el único período de dicha que lograré en toda mi vida.

6 Y dije yo en mi prosperidad: No seré jamás conmovido; 7 porque [], SE

Yo le quiero, y sería la más ingrata de las mujeres si no le quisiese. Yo le amo desde hace tiempo, aunque hasta ayer no se lo he declarado y no le he dicho que soy suya. Suya soy ahora y lo seré siempre, y sería yo muy vil si sólo con el pensamiento y si sólo por un leve instante quebrantase la fe que le tengo prometida. Todo esto estará muy bien. No vengo aquí a discutirlo contigo.

Mi presencia te deshonra. Al decir esto se puso en pie, pero Reynoso la retuvo por una mano y la obligó a sentarse. No, no marcharás. Una mano invisible y todopoderosa te ha traído de nuevo a mis brazos. Acepto ese don como los acepto todos. Hoy era feliz; mañana lo seré también porque ¡nadie, nadie en este mundo puede hacerme ya desgraciado! Nunca te ha dejado mi corazón, Elena.

Bettina se separó suavemente, y dirigiéndose al abate: Ahora, señor cura, tengo aún algo que pediros... quisiera... quisiera... ¿Quisierais?... Que me besarais, señor cura. El anciano sacerdote la besó paternalmente en las dos mejillas. Muchas veces me habéis dicho, señor cura, que Juan era como vuestro hijo. Yo también, no es verdad, seré un poco vuestra hija, y así tendréis dos hijos.

Estoy convencido de que, en conjunto, la función de De-Hinchú era la primera de su especie dada en tierra americana; sin embargo, como seguramente se habrá hecho desde entonces tan familiar a alguno de mis lectores, creo no seré enojoso al insistir sobre ella.

Yo en mi vejez, he aprendido a ser indulgente y ya experimentarás quizá algún día a tu costa que las más indomables voluntades se doblegan con el tiempo y que en el juego terrible de las pasiones el más fuerte no puede responder de mismo; el más orgulloso no puede decir: «Yo seré el mismo mañana

»¡Oh, Dios mío! ¿Qué no daría yo por ser en realidad su hermana? ¡Ah! Si lo fuera, me escucharía usted cuando yo le dijera: » Amaury, hermano mío, no seré yo quien te aconseje que olvides y traiciones un recuerdo sagrado. que tu corazón ha muerto para el amor y que ninguna mujer habrá ya de conmoverte. Justo es que seas fiel a tu muerta adorada; así obras con lealtad y así debes portarte.