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Y cuando se perdió al fin la esperanza de que el sur devolviera en torrentes de agua todo el viento de fuego recibido un mes entero del norte, la gente se resignó a una desastrosa sequía. El fox-terrier vivió desde entonces sentado bajo su naranjo, porque cuando el calor traspasa cierto límite razonable, los perros no respiran bien, echados.

Los ganados vacunos vinieron con Garay, y procrearon en las cercanias, hasta que por descuido ó falta de aguas en los años de mucha sequía, se escaparon algunos al arroyo Salado, donde en libertad multiplicaron, extendiéndose hasta el Rio Negro, y mas al S: porque aunque los bárbaros Querandis, que hoy llaman pampas, comiesen su carne, eran pocos para destruir su procreo.

Poco tambien que afligida esta tierra, que os obstinais en fecundar con vuestra sangre, por la gran sequía con que á Dios plugo castigarla, perecian vuestros ganados de sed, se abrasaban vuestros árboles y viñas, y se frustraban vuestras cosechas sin que quedase en vuestras heredades planta verde; en lo cual no se manifestaba el Omnipotente mas misericordioso con vosotros que con los muslimes; y merced á la liberalidad y á la generosa proteccion de este mismo rey que os dió abrevaderos, y aguas cristalinas, y otros bienes de los cuales disfrutais lo mismo que los mahometanos, no siguió la mortandad en vuestros ganados, ni la esterilidad en vuestros campos.

Los peones de las canteras vivían como bestias, ¿pero acaso comían y dormían mejor los labriegos del interior de España? Para muchos, la vida de las minas hasta constituía un mejoramiento de su bienestar, comparada con la existencia mísera de bestias desamparadas que llevaban en sus terruños los años de sequía y mala cosecha.

La sequía, cruel calamidad de las llanuras andaluzas, les hacía discurrir tardes enteras; y cuando, después de largas semanas de expectación, el cielo encapotado soltaba algunas gotas gruesas y calientes, los grandes señores campesinos sonreían gozosos, frotándose las manos, y el marqués decía sentenciosamente, mirando los anchos redondeles que mojaban la acera: ¡La gloria e Dió!... Ca gota de esas es una monea de sinco duros.

Ocurrió primero la baja de la moneda de oro y plata; hubo un espantoso terremoto el 9 de octubre de 1680, dia de S. Dionisio; hubo gran sequía, y luego lluvias incesantes y tremendas avenidas, una de las cuales se llevó dos arcos del puente; por último un contagio mortífero que duró largo tiempo.

Tomó entonces unas tierras cerca de Sagunto: campos de secano, rojos y eternamente sedientos, en los cuales retorcían sus troncos huecos algarrobos centenarios ó alzaban los olivos sus redondas y empolvadas cabezas. Fué su vida una continua batalla con la sequía, un incesante mirar al cielo, temblando de emoción cada vez que una nubecilla negra asomaba en el horizonte.

En vez de convertirse en corrientes de una hora, el agua se filtrará en el interior del suelo durante las lluvias, y descendiendo lentamente por los poros, reaparecerá en el lecho inferior del arroyo durante las épocas de sequía. El caudal medio de la corriente será más igual, y no pasará súbitamente de la sequía á la inundación.

En el camino, el fox-terrier oyó, lejano, el ruido de carretería de los pajonales del Yabebirí ardiendo con la sequía; vió a la vera del bosque a las vacas que soportando la nube de tábanos, doblaban los catiguás con el pecho, avanzando montadas sobre el tronco arqueado hasta alcanzar las hojas.

¡Con cuánto fervor exclamaba el pobre padre: «Señor, liberta mi vida, porque es muy largo mi destierro. ¡Yo aguardo, Señor, esa liberación; mi alma te desea de igual modo que la tierra abrasada por la sequía desea la lluvia; del mismo modo que el ciervo sediento busca con ansia el agua de los torrentes, así mi corazón te echa de menos, Señor