Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 23 de julio de 2025


El senador se movió á impulsos de la sorpresa; su gesto parecía decir: «¿Y esto es todo?...» Los metros de tierra que tenían sobre ellos amortiguaron las detonaciones. El tiro de una pieza gruesa equivalía á un garrotazo en un colchón. Más impresionante resultaba el gemido del proyectil sonando á gran altura, pero desplazando el aire con tal violencia, que sus ondas llegaban hasta la ventana.

Lo más substancial de la tradición es lo siguiente: Crisanto, hijo del senador romano Polemio, se dedica con afición á los estudios filosóficos; los Evangelios llegan casualmente á sus manos, y su lectura le hace tal impresión, que cae en profunda melancolía.

Llega su última hora al honrado viejo, hallándose en San Cloud el Emperador; le participan que el senador Vieillard está agonizando; corre á Paris, acude á casa del moribundo, penetra en la alcoba, Vieillard espira, y Napoleon recibe el aliento postrero de aquel grande hombre; de aquel hombre ignorado hoy, pero que es sin disputa uno de los caractéres más bellos con que puede honrarse la historia moderna.

La adquisición del castillo le proporcionó una honrosa amistad, viendo en ella la mayor ventaja del negocio. Entró en relaciones con un vecino, el senador Lacour, que había sido ministro dos veces y vegetaba ahora en la Alta Cámara, mudo durante la sesión, movedizo y verboso en los pasillos, para sostener su influencia.

Si él hubiera querido ceder, humillarse, renegar hasta cierto punto de las creencias y de la misión de sus antepasados, hubiera sido Diputado, Senador, Embajador, Ministro y cuanto le hubiera dado la gana; él al menos así lo creía; pero como el Barón no había querido ceder ni renegar, había tenido que limitarse y resignarse a ser un caballero, si bien encopetado, viviendo de sus rentas, que eran cortísimas.

Y don Marcelo tuvo que hacer grandes esfuerzos para que su hija desistiese de esta testarudez dolorosa que la impulsaba á exigir un viaje inmediato al frente, atropellando obstáculos, hasta llegar al lado del herido. El senador acabó de convencerla. Había que esperar; él, que era su padre, tenía que resignarse. Estaba gestionando que René fuese trasladado á un hospital de París.

Pero al convencerse de que el senador sólo deseaba cambiar su vestidura, sin hablar para nada de hacerle perder la existencia, casi sintió gratitud hacia él. Le importaba poco que Gurdilo le hubiera llamado pedante y le aludiese con otras frases despectivas, sin hacerle el honor de citar su nombre. Los enamorados son capaces de los más grandes sacrificios á cambio de que la persona amada no sufra.

50 Y he aquí un varón llamado José, el cual era senador, varón bueno y justo, 52 Este llegó a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. 53 Y quitado, lo envolvió en una sábana, y le puso en un sepulcro que era labrado de piedra, en el cual ninguno había aún sido puesto. 55 Y viniendo también las mujeres que le habían seguido de Galilea, vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo.

El senador era inflexible. «La vida no es juego», como le había dicho al echarle de casa de su protectora.

Cuando Flimnap describió, con arreglo á sus informes, el momento en que Momaren y Golbasto cayeron al suelo bajo el salivazo gigantesco, el senador empezó á reir como un niño, pidiendo que le relatase por segunda vez la graciosa escena. Ignoraba que Golbasto tuviera tal motivo para odiar al Hombre-Montaña. Ese poeta dijo es un intrigante.

Palabra del Dia

godella

Otros Mirando