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Actualizado: 9 de julio de 2025


Busquemos un arroyo para beber y frutas con que calmar el hambre. Entraron en la selva y se pusieron en marcha, procurando dirigirse hacia el Oeste. La espesura era tal, que reinaba allí la oscuridad más completa.

El rayo se agitaba de un lado á otro, haciendo que la niña pareciera más ó menos confusa, ya como una criatura humana, ora como una especie de espíritu, á medida que el esplendor desaparecía y retornaba. Oyó la voz de su madre, y se dirigió á ella cruzando lentamente la selva. Perla no había hallado largo ni fastidioso el tiempo, mientras su madre y el ministro estuvieron hablando.

Es como flor que han respetado celliscas y avalanchas de pasión, flor abierta suavemente en cumbres llenas de sol, a donde sube el espíritu de sus quimeras en pos, para rezarte: "¡Oh, Hispania! ¡oh dulce idioma español, el del Arcipreste de Hita, el de Lope y Calderón, de Juan de Mena y Cervantes, de Pereda y de Galdós! ¡Oh dulce lengua, que irradias tu latina irisación y encierras la amplia eufonía de toda una selva en flor, pues eres susurro de agua, gorjeo de ave, canción de brisa leve en las hojas en mañanitas de sol...!" En esta lengua ¡oh Hispania! balbuciente formuló mi alma en los días niños sus caprichos, su candor; y en las horas juveniles, cuando hicieron irrupción en mi vida las primeras exaltaciones de amor, también fué tu idioma egregio el que sirvió a mi ilusión y la dió plumas divinas de mágico tornasol, para llegar hasta el fondo de un lejano corazón y decirle: "Ven conmigo y dame un beso de amor". Murió este amor.

Hemos cortado los árboles a hachazos, ni más ni menos que en una selva virgen. He pedido clemencia para los naranjos, porque ya sabrá usted que me he reconciliado con el olor de las flores. Sin embargo, no me las ponen en la habitación; sólo las tolero al aire libre. El perfume que las flores cortadas exhalan en un lugar cerrado me sube al cerebro como un olor de muerte, y esto me entristece.

De la famosa Nava de Cabra dice el moro Rasis estas palabras en su historia: «Tiene Cabra en su término un monte que llaman Selva, y es tan alto que contiende con las nubes. En aquel monte hay muchas flores y de muy buenos olores, y además yerbas de todas virtudes

Y los de vuestra casta y generacion sean todos malditos y descomulgados, y vuestros cuerpos echados á los perros, como el Profeta que está en Selva. Tanto mal os venga, y os quebrante el corazon por alguna maldad en que seais hallados contra el estado Real, que os ahorquen como á Achitofel cuñado de David. Los dedos de los pies os corten, como hizieron á los del tribu de Judá.

Era un paseo amplio en forma de salón, recién construido en lo alto del famoso bosque de San Francisco, desde donde se señoreaba todo. Este bosque de robles corpulentos, añosos, retorcidos, algunos de los cuales pertenecían a la selva primitiva donde se fundó el monasterio que dio origen a Lancia, servía de sitio de recreo y esparcimiento a la población, hasta cuyas primeras casas llegaba.

A Gabriel le gustaba, por su silencio y su imponente soledad, aquel mundo extraño aposentado en la cabeza de la catedral. Era una selva de maderos poblada de bestias lúgubres que vivía olvidada en el interior de la bóveda craneal del templo. El buen Dios tenía una casa para los fieles y un inmenso desván para las bestias del espacio.

Pero de tiempo en tiempo sentíamos las explosiones causadas por las minas en las rocas que taladraban en el fondo de la selva algunos peones, abriendo un camino carretero por en medio de abismos.

Descollaba en las digresiones, y cuando se ocupaba en desarrollar una tesis cualquiera, no había fuerzas humanas que le concretaran al asunto, impidiendo sus escapadas, ya al campo de la historia, ya a la selva de la moral, ya a los vericuetos de la arqueología o de la numismática.

Palabra del Dia

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