Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 9 de noviembre de 2025


El curso del arroyuelo podría trazarse, merced á su alegre murmullo, hasta allá á lo lejos en el misterioso centro de aquella selva que se había convertido en testigo de una alegría aún más misteriosa. Tal fué la simpatía de la Naturaleza con la felicidad de estos dos espíritus.

De noche, cuando la campana del puente marca el paso de cada media hora, el vigía contesta allá arriba con otra campana y grita a través de la bocina unas palabras que, en la obscuridad, parece que vienen de las nubes. Es un bramido en alemán como los que suelta el dragón que mata Sigfrido en la selva.

A lo lejos, hacia el río, se habían oído gritos, que se hacían cada vez más fuertes. ¿Qué ocurría al otro lado de la selva? Algo muy grave, sin duda, pues los sitiados vieron a sus enemigos volverse en tropel al bosque y huir como gamos hacia el Este. ¡Se van! exclamó Cornelio, admirado. Déjalos ir gritó el Capitán . Y bajemos, que la choza se va a desplomar sobre nosotros.

Ruge la selva; uno tras otro caen los viejos árboles gigantescos y ruedan al fondo de los abismos, y cuando Calendal desciende, ya no queda ni un cedro en la montaña... Después de todo y como premio de tales hazañas, el pescador de anchoas obtiene el amor de Estérelle, y es nombrado cónsul por los habitantes de Cassis. Tal es la historia de Calendal. Pero, ¿qué importa Calendal?

Esta selva virgen me desagradaba, porque desde niña he tenido un gusto innato por el orden. La propiedad se llamaba de Zarzal. Estaba como perdida en el fondo de la campaña, a media legua de una iglesia y de una aldehuela compuesta de una veintena de chozas. No había castillo, castillejo ni casa solariega en cinco leguas a la redonda. Vivíamos en completo aislamiento.

Todos estos árboles y estas rocas de granito parecían destinados á hacer un misterio del curso de este arroyuelo, temiendo quizás que su incesante locuacidad revelase las historias de la antigua selva.

¡Mi pequeña Perla! dijo débilmente, y una dulce y tierna sonrisa iluminó su semblante, como el de un espíritu que va entrando en profundo reposo; mejor dicho, ahora que el peso que abrumaba su alma había desaparecido, parecía que deseaba jugar con la niña, mi querida Perlita, ¿me besarás ahora? ¡No lo querías hacer en la selva! Pero ahora lo harás. Perla le dió un beso en la boca.

¡De nuevo ante mis ojos el incomparable espectáculo de los bosques vírgenes, con sus árboles inmaculados de la herida del hacha, sus flotantes cabelleras de bejucos, sus lianas mecedoras, llevando el ritmo de la sinfonía profunda de la selva, perfumando sus fibras con la savia de la tierra generosa o aspirando la fresca humedad en el vaso de un cactus que vive en la altura, guardando como un tesoro en su seno el rocío fecundo de las noches tropicales!

Se pusieron en marcha, siguiendo siempre el mismo rumbo, pasando de una selva a otra y cogiendo frutas de vez en cuando, hasta que, después de una hora de camino, el Capitán se detuvo en un angosto llano rodeado de árboles.

Mario quedó tan encantado del éxito de su frase que, excitado por él, supo hallar en poco tiempo otras dos o tres no menos felices. Ambos quedaron en breve tan abstraídos de los ruidos mundanales que sonaban a su alrededor como si se hallasen en las profundidades de una selva virgen.

Palabra del Dia

aquietaron

Otros Mirando