Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 19 de mayo de 2025


Después de secarse las lágrimas recobró su alegría y comenzó a charlar por los codos.

Pero éste, después de un momento de silencio durante el cual se pasó una mano por la frente y lanzó en su derredor una mirada de duda, contempló una vez más el cuerpo exánime que yacía en el suelo, las formas rígidas de la muerta, el rostro más blanco aún que al principio, sobre el cual las manchas de sangre iban perdiendo su color purpúreo al secarse, la boca todavía entreabierta, los ojos fijos, ya no en éxtasis, sino tremendos; y entonces, extendiendo el brazo, repitió con voz sorda y agitada: Atestiguo que esta mujer ha sido asesinada.

Ahogó un sollozo y huyó a su habitación, a llorar, tan pequeña en el amplio y largo corredor, que parecía una niñita. El doctor la siguió con la vista, consultó de nuevo su reloj y, sacudiendo la cabeza, se dirigió a sus habitaciones. El día siguiente fue gris, y, aunque no llovió, hizo mucho frío. El invierno se echaba encima. El barro no tardó en secarse.

Pero aun aquí la historia llega a nosotros tan envuelta y obscurecida por la leyenda que es casi imposible discernir lo que hay en ella de verdad y de error. ¿La misma mademoiselle no pudo equivocarse? ¿Quién sabe si Tristán sacó el pañuelo para sonarse y a ella se le antojó que era para secarse las lágrimas? Reynoso vio con buenos ojos aquellos amores.

Era riquísimo el Egipto, como que el gran río Nilo crecía todos los años, y con el barro que dejaba al secarse nacían muy bien las siembras: así que las casas estaban como en alto, por miedo a las inundaciones.

Por su gusto, allí se quedarían hasta secarse; pero era preciso ganar dinero llenando los cestos que se enviaban a Madrid. Envidiaba a las flores viéndolas emprender su viaje. ¡Madrid!... ¿Cómo sería aquello?

Luego, levantando por detrás, con la punta del espadón, bufonamente, la capa, se quitaba el chapeo y, haciéndole barrer el piso con la pluma, saludaba de esta guisa a las mozas, cual si fueran infantas de España. Un arcón, forrado de bayeta amarilla, le servía de asiento. Cuando traía las botas enlodadas acercábase al brasero para secarse las suelas. Era natural de Turégano, en Castilla la Vieja.

«Anteayer, el gobernador ordenó un ataque para destruir los depósitos de municiones del tejar. Ya sabrá usted que los rusos rompen el hielo del abrevadero para bañarse en pelotones de veinte a treinta y que en seguida se meten, para secarse, en los hornos de ladrillos.

Después de secarse las lágrimas recobró su alegría y comenzó a charlar por los codos.

Aunque trató de secarse inmediatamente con el pañuelo, no pudo evitar que una regular cantidad de agua le entrase entre el cuello de la camisa y la carne, lo cual le produjo escalofríos y estornudos para buen rato. El fuego había quemado en tanto la cuerda que sujetaba el zorro al árbol y el animal había desaparecido ya en la hoguera.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando