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Actualizado: 25 de junio de 2025
No pudiendo resistir el alborozo que esto me causaba, iba al corral, ponía canutillos de pólvora a los gatos, y encerrándolos en un cuarto con las gallinas, me moría de risa. Santorcaz, lejos de reír con esta nueva barrabasada de su discípulo, fijaba la mirada en el horizonte, completamente abstraído de todo, y meditando sin duda sobre graves asuntos de su propio interés.
Yo me alzaba sobre los estribos, procurando distinguir algo; pero además de ser la noche obscurísima, las descargas eran tan lejanas, que no se alcanzaba a ver el fogonazo. Nuestras columnas avanzadas dijo Santorcaz habrán encontrado algún destacamento francés que viene a reconocer el camino. Ha cesado el fuego dije yo . ¿Echamos a andar? Parece que dan orden de marcha.
Necesito, además, explicar por qué causas emprendí mi viaje a Andalucía entre mayo y junio; y si de buenas a primeras me presentara camino de Despeñaperros en compañía del desconocido Santorcaz, ustedes no acertarían a explicarse ni los móviles de jornada tan peligrosa, ni mi repentino acomodamiento con aquel hombre singular.
Santorcaz, como dije, había logrado en poco tiempo gran ascendiente sobre D. Diego, de tal modo, que cuanto nuestro mozalbete ponía por obra, lo consultaba con aquél. Marijuán, en cambio, hacía buenas migas con un servidor de ustedes, y siempre juntos en las marchas y en los descansos, nos contábamos nuestras cosas, compadeciéndonos y consolándonos mutuamente.
Sr. de Santorcaz añadió con grave comedimiento el Gran Capitán , ya sabe usted que un hombre como yo, testigo de cien combates, no se traga ruedas de molino, y todas esas heroicidades del general Pitos y del general Flautas las vamos a ver de manifiesto ahora, sí, señor. Y supongo que usted habrá venido para ponerse de parte de ellos, pues quien tanto les alaba y admira es natural que les ayude.
D. Diego dijo Santorcaz . Puesto que la Sra. Condesa le escogió a usted esa esposa, sin duda es un gran partido, y usted debe insistir en casarse con ella. ¿Si? Pues vaya usted a sacarla del convento añadió Rumblar . Vamos, que, según me dijeron, no hay quien le hable de otro esposo que Jesucristo.
Esta no es casa de huéspedes, porque nosotros no queremos barullo añadió ; pero hace mucho tiempo que conocemos al Sr. de Arróiz y por eso le tenemos aquí. Este Sr. de Santorcaz que has visto anoche, y que no ha de tardar en venir, es un joven a quien conocimos en Alcalá, cuando estábamos allí establecidos y él dejaba sus estudios en aquella célebre Universidad para correr la tuna.
Esta palabra, que adquirió fortuna aquella noche, fué pasando de boca en boca, y más de cien la repitieron entre zumbas y chacota. Veo que sois unos animales dijo Santorcaz, un poco avispado . De todos modos, Sr.
No, Sr. de Santorcaz repuse . No sé qué gente es ésa ni me importa saberlo. Apartámonos todos de la casa, y por el camino me dijo otra vez D. Luis que tendría mucho gusto en verme en las filas de su compañía. Al día siguiente, que era el 20, nos ocupamos Marijuán y yo en buscar otra vez a nuestro amo.
Y las muy simples están formando unos ejércitos..., cosa de juego, señor de Santorcaz; cuatro gatos que estaban ahí en el Campo de San Roque con unos cuantos cañoncillos... Y también han dado en armarse los paisanos, lo mismo en Castilla que en Cataluña, así en Valencia como en Andalucía... Pero eso no vale nada; son hombres de alfeñique y alcorza, y no digo yo con balas, con saliva les destruirán los franceses.
Palabra del Dia
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