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Actualizado: 20 de octubre de 2025


Usted que nunca tuvo grandes relaciones de amistad con el bueno de Cupido, le ha escrito con frecuencia contándole tonterías; todo para al final, como posdata importantísima, encargar saludos a la ilustre artista, tranquilizándose al recibir en la respuesta la noticia de que esa ilustre artista aún estaba aquí. ¡Poco que he reído leyendo esas cartitas!

Contestaba a los saludos como si tuviese el alma puesta en ellos, doblando la cintura y destocándose como si pasara un rey; y a veces ni veía al que saludaba. Este fingimiento era en él segunda naturaleza. Tenía el don de estar hablando con mucho pulso mientras pensaba en otra cosa. Doña Paula había vuelto a entrar en el despacho de su hijo. Registró la alcoba.

Arriba, en los balcones, la curiosidad señalaba con el dedo a los personajes conocidos que se mostraban a la luz de los cirios, y las cabezas erguidas de algunos invitados cruzaban saludos con las señoras, sin perder por esto el gesto de gravedad propio de las circunstancias. Acercábase el epílogo de la procesión.

Cerráronsele los ojos de golpe; volvió á abrirlos y volvió á cerrarlos. Al cabo de algunos instantes torna á abrirlos é inmediatamente se le cierran. Esta vez ya no los abre. Los ruidos matinales que antes se escuchaban se habían ido trasformando poco á poco. Oíase ahora el andar acompasado de los transeuntes y los saludos que al pasar se dirigían.

En larga fila, contestando a las cuchufletas y carcajadas del gentío con burlescos saludos, aparecían las figuras más salientes del gran poema bíblico.

Esta bondadosa disposición de las ayudantes subió de punto cuando la directora, que no tenía hijos, y era aun una muy bella mujer, dio muestras de aficionarse tan especialmente a Leonor, que algunas tardes la dejaba a comer a su mesa, enviándola luego a doña Andrea con un afectuoso recado; y un domingo la sacó a pasear en su carruaje, complaciéndose visiblemente aquel día en responder con su mejor sonrisa a todos los saludos.

Esa noche vi pasar ante mis ojos, en sueños, la figura plácida del ministro del Interior , con sus cuidadas patillas canosas, sus verrugas y lunares, y la eterna sonrisa bondadosa con que acompañaba sus saludos graves, correctos y parsimoniosos.

La india casada con europeo. El castila y el marido. Valor de un calificativo. Los saludos y el alma de Garibay. Episodio histórico. El alegre y pintoresco pueblo de Sariaya, se encuentra entre la mar y las estribaciones del San Cristóbal. Confina con los pueblos de Tiaong y Tayabas.

Después de los cariñosos saludos de costumbre y de un breve preámbulo sobre asuntos insignificantes, sentados madre e hijo en cómodos sillones y enfrente ella de él, la Condesa entró en materia de este modo: Bien conoces , Ricardo mío, que yo me he pasado contigo de indulgente. Así he perdido toda fuerza moral, y apenas si me siento con autoridad y valor para darte un consejo.

Hasta las coristas parecían otras al descender a tierra. Contestaban a los saludos de Maltrana con una discreción de grandes señoras que abandonan su incógnito. Ya estaban en América. La fortuna, indudablemente, les reservaba gratas sorpresas. Había que hacerse valer, olvidando las promiscuidades del buque.

Palabra del Dia

reclinándose

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