Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 7 de julio de 2025


Alguna vez he asistido con la imaginación á las soirées donde usted ha brillado tanto, condesa. ¿De veras? , señora; acostumbro á leer las revistas de salones de La Epoca, y en ellas he visto con frecuencia el nombre de usted rodeado de adjetivos que ahora me parecen pálidos. Mil gracias. Me precio de sincero, condesa.

He ahí por qué su salón, como he dicho más arriba, es uno de los cinco o seis salones de París en los que, sin haber juego, música, ni baile, se pasan de un modo grato las horas hasta bien entrada ya la madrugada. Cierto es que en las esquelas de invitación escribe de su puño y letra: Se conversará, como otros estampan: Se bailará.

El príncipe sonrió acordándose de lo que le había contado Toledo días antes: la desesperación de una señora cuarentona que venía de Niza con sus dos hijas todas las tardes y había acabado por perder cincuenta mil francos. ¡Ojalá me hubiese echado un amante! gemía la matrona con ojos lacrimosos . Mejor hubiera sido entregarme al amor. Entró Miguel en otros salones sin claraboya.

Lo cierto es que la hija del rico ex contratista hacía a maravilla el papel de marquesa; que el marqués alimentó no poco la extenuada corriente de sus caudales con el copioso manantial del bolsón de su suegro; que éste parecía muy complacido viendo cómo lucían sus prodigalidades en la flamante jerarquía de su hija; que la encopetada sociedad de la corte, a pesar de sus escrúpulos y reparos de estirpe, propalados de oreja en oreja a escondidas de los despellejados, abría de par en par a éstos las puertas de sus salones, y que no eran las galas, ni el esplendor, ni el natural donaire de la advenediza, lo que menos se aplaudía en ellos.

Desgraciadamente para tu padre, falleció al año de estar unidos, cuando el tapicero no había terminado aún de arreglar los dos salones que habían destinado para recibir, cuando aún no se habían repartido todas las papeletas de enlace.

Maltrana acogió con graves movimientos de cabeza y risas interiores estas palabras. Conocía de vista a los hijos: les había encontrado muchas noches en Romea y otros salones donde cantan y bailan las «estrellas» del género ínfimo. Uno de ellos firmaba pagarés en blanco a todos los usureros de Madrid para atender de este modo al sostenimiento de cierta divette procedente de Perpiñán.

Así era la vida que la opulenta condesa de Trevia, gloria y admiración de los salones de la corte, verdadera estrella Sirio de la sociedad madrileña, encontraba dulce y amable. Algunos días salía de caza, con no poca pesadumbre, pues aunque amaba el ejercicio y los campos, aborrecía la muerte de los animales inocentes. Además, se veía precisada á estar con él algunas horas.

También Antoñita se acercaba alguna vez a su prima como vasalla que rindiera homenaje a su reina, preguntándole por su salud y burlándose con ella de esas fachas ridículas que suelen verse hasta en los salones más distinguidos ni más ni menos que si fuesen allí para ofrecer un tema de conversación a los que no tienen asuntos de que hablar.

No sabemos lo que los salones de Requena ganaron en su aspecto moral con la marcha de María Estuardo; pero podemos afirmar que perdieron mucho en el estético. Porque, a la verdad, estaba lindísima. El baile tocaba a su fin. Comenzaron los preparativos para el gran cotillón. La muchedumbre se había aclarado un poco.

En esto, un trompetazo desgarrador, insolente, brutal, cortó el ambiente de músicas sensuales y danzas voluptuosas con que se adormecían los humanos. Y la gente feliz corrió de un lado á otro, en pavoroso revoltijo, como los pasajeros de un trasatlántico que bailan en los dorados salones, vestidos de etiqueta, y de pronto escuchan, la voz de alarma de un tripulante: «¡Fuego en las bodegas

Palabra del Dia

malignas

Otros Mirando