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Felicitamos a los marqueses de Villamelón por haber introducido esta elegante novedad, que no tardará en ser imitada en las mesas y salones de la corte». Todas estas y otras majaderías por el estilo leía Currita con ávido deleite, mirando con desdén, desde la altura de su triunfo, a Metternich y a Pitt, a Cavour y a Bismarck.

Después de los salones y del teatro, al Club, otra vez indefectiblemente: a cenar, si había ganas, o a tomar un piscolabis, si no las había, y a «cambiar sus impresiones», que no faltaría con quién.

Con tales ideas respecto a sus nuevas, o mejor dicho, renovadas amigas, la Condesa de San Teódulo se deshizo en amabilidades. Beatriz estuvo en la tertulia encantada y encantadora. Satisfecha de verse atendida y mimada por todos, desechó la cortedad y tomó la tierra, como si hiciera ya años que asistiese en aquellos salones.

Murió cuando no le quedaba nada que gastar; cuando los salones de su casa no tenían un mueble; cuando su cuñado Dupont se negó de veras a hacerle nuevos préstamos, ofreciéndole en su casa todo lo que quisiera, cuanto vino desease, pero sin la menor cantidad de dinero.

Por más que aseguren que esta igualdad se ha iniciado ya en el lenguaje y en el vestido, es decir, que todas las personas van hablando y vistiendo ya de la misma manera, a no me entra eso. ¿La educación general traerá al fin la uniformidad de modales? Patarata. ¿Los salones de la aristocracia se abren a todo el mundo y dan entrada a los humildes periodistas y folicularios?

La gente la devoraba con los ojos y se repetía en voz baja: «¡Viene sonriendo, viene sonriendo!» ¡Ah, , la nueva esposa de Jesucristo sonreía, esperando el dulce premio de su sacrificio! Pero el anciano que en el mismo instante paseaba solitario por uno de los salones de la casa de Elorza..., ¡ése no sonreía!

Por espacio de dos años, no solamente gastó luto él, sino que lo hizo llevar a toda la servidumbre, al coche y a los caballos; no pisó los salones hasta bien trascurrido el año, ni recibió en los suyos más que a los amigos de entera confianza; de este modo se adquiere el respeto y la consideración de la gente.

Yo no pude dejarla sola, exponiéndola á que se extraviara entre la multitud que inunda estos salones, y no me con tiempo sino para clavar una mirada y distinguir lo que he descrito. ¡Desdichado de ! He venido especialmente á Versalles para tener noticias de este nuevo género de pintura, y no he visto más que tres cuadros.

Pronto se desentendieron de Galba, el ofendido esposo y padre desconsolado, y pusieron en duda la sinceridad de su dolor; pero guardaron su cómica compasión para el coronel Roberto, abrumando a este hombre, hombre excelente, con intempestiva simpatía manifestada en las tabernas, salones públicos y otros lugares no menos inadecuados para demostraciones de tal género.

Le invitaron a algunos salones de Montmartre donde los hombres más elegantes y más respetables van algunas veces en buena compañía a buscar la mala. Encontró aquí y acullá muebles que había comprado con su dinero; miró la hora en relojes cuya factura había pagado.