Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 7 de julio de 2025


Alcázar se volvió a los salones muy alegre, pero tembloroso aún por la violenta emoción que su querida le había hecho experimentar. Nunca la había visto tan furiosa. La amistad de ella con Pepa se había remachado desde la escena que hemos descrito más atrás. La viuda se había persuadido de que la salvación de su fortuna se fundaba en este cariño y procuraba fomentarlo.

Siguiendo las indicaciones suaves del Padre de los Maestros, más temidas que si fuesen órdenes, todo el público se fué agrupando en este salón. Las damas y las señoritas formaron varias filas al sentarse, lo mismo que en un teatro. Las mujeres, por ser más fuertes, quedaron de pie y se aglomeraron en las puertas y una parte de los salones vecinos.

La descripcion de la localidad es inútil; los salones son como cualesquiera otros, y su distribucion depende solo de la clasificacion de los objetos históricos.

El autor del Facundo revolcaba su temible maza desde las columnas del viejo Nacional; los salones se habían transformado; el gusto, el arte, la moda, habían provocado una serie de exigencias sin las cuales la vida social era imposible.

Había muchas señoras que iban a visitarla, sólo por enterarse de su tocado casero. Gonzalo, al verla enfrascada en la lectura de las revistas de salones, al oir describir, como si lo hubiera visto, un baile en Palacio, exclamaba riendo: «¿Sabes cómo se llama en medicina esa manía tuya?... Delirio de grandezas». Ella se enojaba.

Otros arreglaban los salones reparando el desorden que habían producido los convidados. El cocinero, seguido de un pinche que llevaba al hombro un esportón, atravesaba el jardín para tomar el camino de la plaza.

Lo frecuentaba poco; este público, compuesto de antiguos amigos, hablaba demasiado, estorbándola en sus cálculos de jugadora. Prefería el Casino, con sus vastos salones y su muchedumbre abigarrada que se expresa en diversas lenguas. Era plebeya en su juego: tenía la superstición de que la fortuna acude ante todo allí donde sus devotos forman masa.

No obstante, si lo era de hecho, dado que figuraba en todos los salones aristocráticos, en todas las listas de personas distinguidas que los periódicos publicaban al día siguiente de cualquier sarao, carreras de caballos, u otra fiesta cualquiera, de derecho distaba mucho de serlo por su origen. No podía ser más humilde.

El beneficiado admiraba al Magistral, creía en su porvenir, se le figuraba obispo, cardenal, favorito en la corte, influyente en los ministerios, en los salones, mimado por damas y magnates. La envidia del beneficiado soñaba para don Fermín más grandezas que el mismo Magistral veía en sus esperanzas. La mirada de este fue en seguida, rápida y rastrera, al confesonario de que salía el envidioso.

Cuando el templo estuvo convenientemente decorado, y las sacerdotisas bien vestidas, y el ambigú rumbosamente surtido, por consejo de personas conocedoras de las aficiones más exigentes de la buena sociedad, y las invitaciones repartidas, El Ariete publicó la siguiente noticia: «En conformidad con lo que dijimos en nuestro número del tantos, en la Crónica de salones, esta noche inaugurarán los suyos los señores de los Peñascales.

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando