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Actualizado: 11 de junio de 2025
Pero aún hay más: a todo esto ha añadido una ofensa cruel, que indica hasta qué punto tiene olvidados los más sagrados deberes filiales. Permítame Vd. que le haga una sola observación. Me consta que las relaciones de Vd. con Pepe no son tan cordiales como debieran... Yo le quiero con toda mi alma, y nada puedo creer de lo que Vd. me dice. Es preciso que yo le hable... Después, veremos.
Parece como que los pobres adivinan que son sagrados en aquellos momentos, pues pierden su timidez, muéstranse á la luz del día, acércanse á la playa: diríase que se creen con derecho á ser protegidos. Están entonces en el apogeo de su belleza, de su fuerza. Sus brillantes libreas, su fosforescencia, indican el supremo resplandor de la vida.
Cerróse por dentro de la habitacion y mandó hacer una ventanita para que por alli pudiesen mandarla algunos alimentos. Muchas veces iban los grandes á hacerla saber la alteracion en que se hallaba España, y contestaba que si su hijo estaba en disposicion, viniese á gobernarla, y que si no, su padre; que ella tenia otros deberes mas sagrados que cumplir como viuda.
No habian sido hechos prisioneros con las armas en la mano y en la guerra misma, sino que se habian rendido y entregado á merced del vencedor en medio de su triunfo, y como acogiéndose á los sagrados derechos de la naturaleza. Pero ¿podremos afirmar que los mudéjares de Córdoba gozasen en la ciudad reconquistada del libre uso de su culto público, como los judíos que tenian su sinagoga?
Me parece que esta circunstancia ha cedido á una especie de vaga superstición y de debilidad pueril, á que no debía haberse doblegado jamás una alma de su temple y á la que yo mismo he hecho mal en someterme. ¿Cómo no comprendí que me imponía con un aumento de inútil sufrimiento, un papel sin franqueza y sin dignidad? ¿Qué haré yo en adelante? ¿No es ahora cuando con justo motivo, podría reprochárseme el jugar con los sentimientos más sagrados?
Te equivocas, que España está á punto de reconocer su error. Mira cómo rebulle por todas partes. El odio á la Constitución late en todos los corazones honrados. Pronto verás al Rey recobrar sus sagrados privilegios, que sólo Dios con la muerte puede quitarle. ¡Oh, señor! ¿Y lo que este pueblo ha conquistado con tanta sangre, será perdido por el orgullo de un solo hombre?
Presentáronse en la plaza mayor los Ministros de la Real Audiencia, en compañia de su Regente, para dar algunas disposiciones, que en aquella necesidad pudieron graduarse oportunas, para rechazar la invasion del enemigo, y desde aquel momento se empezaron á reglar compañias, alistándose la gente sin excepcion de clases: pero con tal desórden y confusion, que si hubiese sido cierta la noticia, indefectiblemente perece la ciudad á manos de los rebeldes: llegando la turbacion de aquellos togados á tales términos, que uno de ellos pregonaba en persona el ridículo bando de pena de muerte, y 10 años de presidio al que no acudiese á la defensa, y no hallándose el pregonero para hacer igual diligencia con otra providencia, se ofreció el mismo Regente á egecutarlo, añadiendo la circunstancia de que tenia buena voz. ¡O temor de la muerte, cuanto puedes con las almas bajas! pues unos hombres, que poco antes se consideraban poco menos que deidades, les obligas á egercer los oficios mas viles de la república, haciéndose irrisibles de los mismos que los tenian por sagrados.
¿Serás capaz de negarte a cumplir los sagrados deberes de esposa y de madre sólo por no poder ser útil a tu tío? ¿Qué vas a responder cuando Dios te pida cuenta de tus actos? ¡Tienes que casarte, Antonia! Y cuenta que puedes tener aspiraciones muy altas. Aunque yo viva apartado de la sociedad no dejaré de conservar en ella mi influencia y mis amigos y podré proponerte un buen partido.
Nació este santo varón á 22 de Noviembre de 1643 en Potago, lugar de la isla Cerdeña; fué en aquella provincia recibido en la Compañía, teniendo 21 años de edad, á 2 de Mayo de 64 y el año de 74 pasó á esta provincia, donde concluídos los estudios que le faltaban y recibidos los sagrados órdenes, pasó á las Misiones de los Guaranís, donde vivió algún tiempo con mucho fruto de los indios.
La fundación, dotación y construcción del colegio de los Jesuitas ocuparon la atención del célebre Prelado de que hablamos, en los últimos años de su Pontificado, y la dirección y política de aquellos P. P. consiguieron en siete años ver levantada su fábrica y edificio con la mayor magnificencia, empleando en dicha obra mas de ciento trece mil pesos, sin contar las pinturas y alhajas que se colocaron después en la Iglesia y en el Oratorio, sagrados lugares que justamente llaman la atención del viagero.
Palabra del Dia
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