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Actualizado: 11 de junio de 2025


Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados.

Estos tres hombres son sagrados: Bolívar, de Venezuela; San Martín, del Río de la Plata; Hidalgo, de México. Se les deben perdonar sus errores, porque el bien que hicieron fue más que sus faltas. Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas.

Al oír Pecado una afirmación tan contraria a los sagrados derechos de propiedad, no se pudo contener más. Huyó de su corazón la generosidad, de su espíritu la prudencia, y arremetió a Zarapicos con tal empuje que este dio algunos pasos atrás, y habría caído en tierra si no fuera también un muchachote robusto. Lucharon, ¡ay!, con varonil fiereza.

A derecha e izquierda, en cromos chillones de gran tamaño, los dos Sagrados Corazones, y sobre ellos se abrían dos ventanas enjutísimas, terminadas por arriba en corte ojival, con vidrios blancos, rojos y azules, combinados en rombo, como se usan en las escaleras de las casas modernas.

A la hora presente solo podemos decir, nada mas que satisfacer nuestra curiosidad para franquear la puerta y el camino que queremos cerrar y defender á nuestros enemigos; y hacer imposible la reduccion de las almas idólatras, que siempre ha sido el mayor desvelo de nuestros católicos y religiosísimos Monarcas. ¡Rara desgracia de nuestra nacion, que tan sagrados fines tengan semejantes resultas!

Las tradiciones patrióticas sostenían y fomentaban en la mente de ellos la fe en los dogmas del Avesta y del Bundehesch, libros sagrados que tal vez ya no poseían ni conocían. La poesía maravillosa, tan floreciente en el reinado de Mahamud de Gazna el Grande, había hecho que resurgiesen aquellas ideas y aquellos sentimientos en los espíritus y en los corazones.

¡Luego era verdad!... Ese hombre que, de hacía tantos años, fuera el pensamiento de su pensamiento, la vida de su vida, había contra toda vislumbre de esperanza pedido al fin su mano, esa amante mano a quien tardaba posarse en la de él; y ella veíase forzada a rehusársela so pena de faltar a deberes sagrados de conciencia y de honor, a deberes sagrados no sólo ante ella misma sino también ante su propio amado.

Para dar fuerza a estas afirmaciones, hice presente que aquella cumpliría los veinte años dentro de seis meses, que con tres más que la ley exige para esperar el consejo paterno, sumaban nueve. A los nueve meses, pues, nos hallábamos en libertad de unirnos. Hice gala de mis sentimientos honrados, de mi profundo respeto a los lazos sagrados de la familia.

Nacidos ambos de la misma raíz, de los juegos escénicos sagrados y profanos de la Edad Media, aparecen en Inglaterra, en el primer cuarto del siglo XVI en las obras de John Heywood , y en España en las de Naharro y Gil Vicente, los albores de una comedia propia y popular.

Los primeros rindiendo culto á la piedad, ora acudían á las enseñanzas de los Sagrados Libros, ora á procurar la corrección de costumbres, ofreciendo al pueblo por medio de alegóricos asuntos las funestas consecuencias del vicio y los galardones reservados á la virtud.

Palabra del Dia

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