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Actualizado: 16 de julio de 2025


Y el duque, riendo sincera o fingidamente, la echó un brazo al cuello y comenzó por un lado y por otro a manosearla como buscando el sitio donde tuviera oculto el dinero. Dando una fuerte sacudida la joven se desprendió de sus brazos y se levantó: Oye, .... ¿Me tomas por una ladrona? exclamó enfurecida. No, sino por una guasoncilla. ¿Te has querido reir de , verdad?

No le faltaba más que expresar abiertamente sus deseos más secretos. ¡Oh, si fuera verdad! exclamé, sacudida por un calofrío de horror. ¡Desear la muerte de Marta!

El bosque se estremeció de dicha al escuchar aquel grito aflautado, aquel canto tierno y melodioso que recogía la frescura, las armonías, los misteriosos hechizos del bosque, para dirigirlos al Hacedor como un himno matinal de gracias. Andrés también sufrió una sacudida. La emoción, que le había ido embargando poco a poco, se desbordó en lágrimas por sus ojos.

El caso era bien claro: ¿con qué cara mi tío contaría a mamá que yo me había suicidado para evitar que él me pegara? Pasaron diez minutos. ¡Alfonso! sonó de pronto la voz de mamá en el patio. ¿Mercedes? respondió aquél tras una brusca sacudida. Seguramente mamá presintió algo, porque su voz sonó de nuevo, alterada. ¿Y Eduardo? ¿Dónde está? agregó avanzando. ¡Aquí, conmigo! contestó riendo.

Su primera campanada produce en mi organismo una sacudida magnética, creyendo percibir en su monótono tañir la voz querida de la mujer amada.

Al árbol sólo le queda una raíz incapaz de sostenerle; la existencia es tan menguada, que está dispuesta a cesar a la menor sacudida; el frío de la vejez, es precursor del hielo del sepulcro...

De pronto, pero no sin que hubiésemos notado ya cierta vacilación en la marcha del tren, como si se balanceasen las traviesas, sentimos una fuerte sacudida de atrás para adelante, seguida de un grito general de horror de las gentes que había en los balcones de los próximos Baños de las Caldas y en las peñas cercanas al ferrocarril.....

El mágico atractivo de aquella noche poética le produjo una sacudida de gozo: cruzó por su ser un soplo blando y voluptuoso, que le embargó algunos instantes, y en su corazón palpitaron ansias inefables, indefinibles. Volvió los ojos a Rosa y la halló hermosa y serena como el paisaje que tenía delante. Y acometido de súbita ternura hacia ella, la tomó una mano y la estrechó delicadamente.

Hizo un ligero gesto de susto, al ver el cuaderno en las manos de Carmen; luego se llevó las manos a la cabeza como atontada por un golpe. Adriana levantándose, caminó hacia ella, acercó su cara dolorida a la cara pálida de Laura y la abrazó con desatinada vehemencia, sacudida por los sollozos. Parecían querer fundirse la una en la otra, para formar o un mismo amor o una misma desolación.

Al entrar don Mariano en la habitación, Martita sintió una sacudida, y levantándose de pronto arrojose en sus brazos sollozando fuertemente. Estaba salvada. Los amigos de la casa lograron a fuerza de instancias que don Mariano y Martita se retirasen a descansar unos instantes, mientras ellos se pusieron a dictar las medidas oportunas para la conducción del cadáver y funeral.

Palabra del Dia

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