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Actualizado: 16 de junio de 2025
El quien supuso que á su terrible despertar, y á pesar de la tempestad que promueve el herido con sus saltos y sus coletazos, no lo arrastraría consigo al fondo de los mares. ¡Audacia inaudita! Añadía un cable á su arpón para perseguir su presa, despreciaba la horrorosa sacudida, sin reflexionar que el atemorizado animal podía zambullirse bruscamente y darle un mal rato.
Una última sacudida de su honradez indignada estuvo á punto de apoderarse de Mauricio ... Ya abría la boca para responder: "No necesito compensaciones y usted sería incapaz de amar á nadie, ni á su sobrina, como yo soy amado por mi tutor." Pero entró Herminia, rubia, sonrosada, fresca, sonriente; y todo quedó olvidado.
Así cuando una llama prende á un vestido, el temor y el azoramiento hacen que se propague más y más, y cada sacudida, cada golpe es un soplo de fuelle que la va á avivar.
Con una brusca sacudida echó fuera, sin tocarla, la reliquia, y puso después en su lugar el retrato. Estaba perfectamente, y sólo con recortarle un poco los bordes encajaría tan bien como si hubiese sido hecho el marco a su medida.
La melena blanca, corta y, desigual, agitábase erizada, sacudida por el viento; lucía un corpiño de color de ala de mosca, prendido con alfileres, y en la falda, mezquina y desgarrada, un landre voluminoso lleno de llaves de alacenas, cofres y arcas.... Iba cantando, en voz de falsete, plañídera y, tenaz, una extraña canción hecha con refranes y majaderías.
M. de Orsay, también pariente nuestro, contrajo matrimonio con una princesa alemana, parienta del rey de Prusia: un hijo de este matrimonio se ha casado con una princesa italiana. Durante estas conversaciones sostenidas junto al hogar, recuerdo las personas con quienes he vivido durante mi infancia, y de las cuales quedan muy pocas, después de la terrible sacudida revolucionaria.
Experimentó violenta sacudida. Una ola hirviente de bilis inundó su pecho. Aquella noche tuvo fiebre también. ¡Se le escapaban! No había posible venganza para aquel traidor. Iría a Madrid, se casaría; tal vez allí recibiría la noticia de la muerte de su hija; lloraría un poco; al cabo las caricias de su adorada esposa se la harían olvidar.
¡Granuja! ¡Grandísimo perro! ¿Conque eres tú el que me quitas el agua del molino? ¡Te voy a desollar vivo! ¿Es tu padre quien te enseña esas picardías? ¿Es el maestro quien te las enseña? ¡Desvergonzado, cínico! Le tenía asido fuertemente por entrambas orejas, y a cada interrogación le daba una fuerte sacudida.
Y apoyó vigorosamente sus espuelas en los flancos del caballo que dio una violenta sacudida. Entonces el animal se enderezó bruscamente y dio un salto tan prodigioso, que los dos alguaciles rodaron por el suelo... ¿Que quién soy?... ¡soy el gitano, el bohemio, el maldito, el condenado, si usted lo prefiere, digno alcalde!
Pocas horas despues, en alta mar y á muchas millas de aquellas islas, un punto gris se mostró en el horizonte como una gaviota sacudida por las ondas; el objeto fue creciendo, manifestando sus formas, y al fin todos pudimos distinguir el velamen y el humo de la chimenea del vapor Plata, elegante en su construcción y rápido en su marcha, apesar del balanceo que las olas encrespadas le imprimían.
Palabra del Dia
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