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Actualizado: 23 de junio de 2025


El pan se amontonaba detrás del mostrador, al amparo de los dueños, como si éstos temiesen los hurtos de los parroquianos ó una súbita acometida de los hambrientos que pululaban afuera. Un tonel de sardinas doradas por la ranciedad, esparcía acre hedor.

Y después... murmuró apenas, cerrando los ojos con lentitud. Creo que tuvo una súbita fuga de ideas. Pero la luz, la insensata luz que extravía la mirada en los relámpagos de felicidad, inundó de nuevo sus ojos. Y esta vez bien claro, sentí claramente sobre mi rostro esta pregunta: Y cuando sane y no tenga más delirio...¿me querrás todavía?

Los otros los guardaría seguramente abajo como un recuerdo. Muchos querían examinarlos para apreciar los destrozos del proyectil. Las mujeres, con súbita inquietud, le obligaban a sentarse al lado de ellas. No haga locuras, Maltranita; tenga cuidado. Las heridas en los pies, por insignificantes que parezcan, traen a veces malos resultados.

Así, apenas Kernok había terminado su singular y horrible invocación, que, herido por una idea súbita, por una idea de las alturas, quizás, exclamó rugiendo de alegría: ¡Las piastras!... ¡voto a tal! muchachos, ¡las piastras!... carguemos nuestras piezas hasta la boca: esa metralla vale tanto como la otra.

¿Me dice usted eso como insulto? dijo rápidamente, poniéndose blanca su cara de súbita ira. Mabel, al ver su actitud amenazadora, de un salto se interpuso entre nosotros y me suplicó que conservara mi calma. Hay algunos hombres para quienes no pueden ser insulto las palabras, por duras que sean contesté violentándome, y usted es uno de ellos.

La primera vez que la vio, en la primera visita que hizo a Körner, con motivo de enseñarle este ciertos planos y un presupuesto de una fábrica de productos químicos, gran proyecto del alemán; la primera vez que la vio, se quedó con la boca abierta, pasmado, sintiendo en la garganta hormigueos, y en todo su cuerpo una súbita juventud que no había tenido, propiamente hablando, en toda su vida. ¡Aquellas eran las carnes que él había soñado!

De pronto, como si se le ocurriese una idea súbita, exclamó: ¡Amigos míos, armad vuestras carabinas!... ¡Fuego sobre ese tabique! Lo que había decidido sobre todo a Santiago a esta maniobra, es que encontrándose necesariamente detrás de su tropa, se vería libre del primer choque de la salida que podrían intentar los sitiados. ¡Fuego! ¡y que el Cielo nos ayude! repitió empujando a su pelotón.

Ella hizo un movimiento como para alargar la mano; pero de repente se echó hacía atrás esquivando el cuerpo y diciendo rapidísimamente: Quitesusté pa un lao que viene el coche con la señora... y en voz baja, muy baja, añadió : Agur, hasta otro día, cuando me vea usted sola. Don Juan, iluminado de súbita inspiración, repuso también muy aprisa: Aquí mismo, a esta hora, la primera tarde que llueva.

¡Aquí está el orador más notable del club democrático de Zaragoza! dijo en voz muy alta Javier, señalando á su amigo. ¡, ! dijeron todos los aragoneses que había en el recinto, reconociendo á su compatriota. Defiéndanos usted, defiéndanos. Todas las miradas se fijaron en Lázaro. ¡Cosa singular! En aquel momento una súbita transformación se verificó en el ánimo del joven.

Y si le hacían el favor de soltarla al día siguiente, ¿con qué razones, con qué mentiras explicaría su larga ausencia, su desaparición súbita? ¿Qué podía decir, ni qué invento sacar de su fecunda imaginación? Nada, nada: lo mejor sería desechar todo embuste, revelando el secreto de su mendicidad, nada vergonzosa por cierto.

Palabra del Dia

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