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Un coro de súplicas desesperadas, de ruegos dolorosos, llegó hasta el capitán y los soldados que le seguían.... ¡Hermanos, no nos dejéis!... ¡Hermanos, por Jesús!

Sin embargo, el majo no podía vencer aquel sentimiento de vergüenza que le acometiera después de la escena de la reconciliación. Aunque ponía empeño en aparecer fresco y despreocupado y como si hubiese olvidado enteramente lo acaecido, era inútil. El recuerdo de la noche memorable en que por primera vez en su vida descendió á las súplicas delante de una mujer le asaltaba, mal de su grado.

Escucha bien lo que voy a decirte, amada mía; yo hubiera debido castigarte seriamente por haberme decidido por tus súplicas a ir a escuchar las fantasías de una loca. Te he perdonado; pero no me rompas más los oídos con tu charla, o si no... ¿Sus predicciones han sido, pues, siniestras?

Mientras estuvo V. en aquella casa, la Condesa estuvo muy incómoda. Sólo sosegó cuando a puras súplicas suyas, interpuestas por Joaquina, el Marqués se la llevó a V. a su casa, primero bajo el cuidado de una buena mujer, y más tarde con un aya inglesa, la cual vino porque la condesa se empeñó en que viniese.

Finalmente, Apolo se aplaca por las súplicas de Minerva, muda el humo en luz radiante, y devuelve á nuestro planeta el amor y la reconciliación. La vida es sueño. Todo lo esencial del plan de esta poesía, quizá la más famosa de nuestro dramaturgo, parece ser invención suya exclusiva.

Los favores que don Juan hizo antaño a su cocinera Mónica, le fueron grandemente pagados sin que él lo sospechara Cartas impregnadas de ternura, junto a las cuales resultarían pálidas aquellas que se escribieron en el Paracleto; recados apremiantes enviados por conducto de Julia; súplicas, amenazas, todo fue inútil. Cristeta, voluntariamente recluida en su casa, daba la callada por respuesta.

»A media tarde, cuando ya el sol no daba en el jardín la ordenó acostarse, sin escuchar sus súplicas. El mismo la transportó al lecho, comprobando gozoso que ella soportaba mejor que la primera vez ese transporte. No hubo necesidad de hacerla respirar esencias, lo cual era buena prueba de que el aire y el sol habían contribuido a devolver cierto vigor a su cuerpo.

Harto sabía él que lo de la fiebre o delirio de la carnerada no era fábula. Por otra parte ¿qué adelantaba con seguir en Río? La carta de Rafaela era feroz, pero él desistía de vengarse de ella villanamente. Y pretender o exigir de nuevo reconciliación, ya con súplicas, ya con intimidaciones, estaba convencido de que era inútil. En Río, además, donde el Sr.

Nada fué respetado: ni la edad, ni el sexo, ni las súplicas, ni los lamentos libraban de la muerte, y una parte de la poblacion sucumbia al furor de la otra. Entretanto los Vireyes de Buenos Aires y de Lima trabajaban de consuno para sofocar la insurreccion del Perú.

Y Lacour tuvo que esforzarse durante cuatro meses, formulando súplicas y forzando resistencias para conseguir que don Marcelo pudiese realizar este viaje. Un automóvil militar se llevó, al fin, una mañana á todos los de la familia Desnoyers. El senador no pudo ir con ellos.