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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Sarto esperó hasta cerca de las dos y media, y después, en cumplimiento de mis órdenes, había enviado a Tarlein a buscarme por las cercanías del foso. No hallándome, habían conferenciado ambos, proponiendo Sarto seguir al pie de la letra mis instrucciones y regresar a escape a Tarlein; pero el buen Federico se negó rotundamente a abandonarme, cualesquiera que fuesen las órdenes recibidas.
»Si la tradición se muestra veraz en todo lo que relata, no seremos nosotros quienes lo afirmen ni lo nieguen rotundamente; pero nuestra imparcialidad nos obliga á decir que se parece mucho á la verdad.
¡No haré semejante cosa! dije. ¡Ni usted tampoco! Desde ahora me niego rotundamente a engañar de tal modo a la Princesa. Sarto clavó en mí sus ojillos penetrantes. Después apareció en sus labios sardónica sonrisa. Corriente, joven; como usted quiera. Vaya, limítese usted a tranquilizarla un poco, como pueda. Y ahora hablemos de Miguel. ¡A quien Dios confunda! dije. Ya hablaremos de él otro día.
Cuando le anunciaron que se preparase a unir su suerte en plazo breve a la de D. Santos, cayó presa de fuerte desmayo. Al salir de él declaró rotundamente que no lo haría aunque la desollaran viva. Ni las reflexiones de su confesor, ni la perspectiva de la deshonra, ni las lágrimas de su padre consiguieron ablandarla.
Nuestro hombre resolvió cortar por el atajo y, abocándose con el carcelero, le pidió resueltamente que lo dejase salir por un par de horas, empeñándole palabra de regresar a la prisión antes de que expirase el término fijado. El carcelero reflexionó que la palabra de honor no es cosa para empeñada, pues sobre tal prenda no desata un usurero los cordones de la bolsa, y dijo rotundamente que nones.
Con despecho, noté que Pablo bailaba a menudo con Blanca y que a mi me invitaba pocas veces y sin mucho entusiasmo ni insistencia. Redoblé mi coquetería para atraer su atención; pero poco se le importó. Su corazón y su mente estaban lejos de mi, y me arrinconé en un ángulo de la sala, negándome rotundamente a bailar más.
D. Félix lo había oído y salió pensando que era un ladrón. Todos en la casa se levantaron; un verdadero escándalo. Aquello no se lo perdonaba. Jacinto oyó la filípica estupefacto. Negó rotundamente que hubiera estado en Entralgo ni menos que se hubiera atrevido á llamar en el balcón de su cuarto. Flora no quiso creerlo.
Al parecer, mi abuela recibió del cónsul de un pueblo de Irlanda una carta participándole que Juan de Aguirre había muerto. ¿Pero era verdad? La Iñure aseguró, rotundamente, que no. Recuerdo muy bien el día del funeral; tan grabado quedó en mi memoria. Mi madre me despertó al amanecer; ella estaba ya vestida de negro; yo me vestí rápidamente, y salimos los dos al camino con la Iñure.
A través de la risa juguetona con que acompañaba estas palabras, Ferragut adivinó una voluntad firmísima. Entonces dijo con desaliento ,¿todo será inútil?... ¿Aunque yo haga los mayores sacrificios?... ¿Aunque le dé pruebas de un amor como jamás se haya conocido?... Todo inútil contestó ella rotundamente, sin dejar de sonreír.
La marquesa de Villasis habíase negado rotundamente a aceptar la presidencia; Currita rechazó la humillante oferta de un cargo secundario, con muestras de gran resentimiento; las carlistas, muy indignadas, tiraron por un lado, y las radicales, muy ofendidas, se fueron por el otro, dejando vacante el canto épico a la caridad que perpetraba en silencio la excelentísima señora doña Paulina Gómez de Rebollar de González de Hermosilla, y vacío el gran bolsón Pompadour de terciopelo rojo que la señora de López Moreno pensaba encargar a la modista para recoger las colectas.
Palabra del Dia
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