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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Observó también que estaba un poco más pálido que al principio, lo cual le movió a preguntarle por dos veces si se sentía mal, pero el cadete afirmó rotundamente que se encontraba admirablemente. No obstante, allá a lo último, se puso en pie, confesando que la atmósfera del café estaba algo pesada y que sería bueno dar una vueltecita entre calles, a lo cual accedió muy gustoso su compañero.
Tocole después a Amparito Ciudad contentar a todos los caballeros de la reunión, y empezó a ejecutarlo con suma discreción y donaire, contentando de la primera a los pollos, exceptuando al ingeniero Suárez, que se negó rotundamente a darse por satisfecho con ninguna de las proposiciones, y que muy quedo le dijo a la niña lo único con lo que se contentaría.
Merchán en que en Cuba la corrupción administrativa es deplorable: es un mal que requiere pronto y enérgico remedio. ¿Pero le hallará la rebelión, si triunfa y establece en Cuba una República independiente? Lo dudo, y no digo rotundamente lo niego, porque no me precio de profeta, porque mi optimismo no tiene limites y porque no he perdido la fe en lo sobrenatural y milagroso.
Al modo de aquel que, corriendo, choca contra un árbol, el presidente se detuvo, aturdido; buscó con la mirada entre los testigos a la mujer que le había contestado tan rotundamente, y todas las mujeres se le antojaron iguales, lo que le impidió orientarse. Entonces examinó la lista de testigos. ¡Pelagueia Vasilievna Karaulova! ¿Quiere usted prestar juramento? preguntó otra vez. No.
Cuando lo hubo efectuado, miró al gandul con sonrisa maliciosa y le preguntó: ¿No te ha dado hoy ningún dinero Soledad? Miguel negó rotundamente poniéndose colorado. ¡Vamos, Miguelillo, confiesa! ¡Que no, señor Pedro! No ha hecho más que darme de comer y este pañuelo de seda que usted ve repuso sacando uno del bolsillo. Pero Velázquez insistía bromeando.
Siempre he pensado en ti dijo él llevándose una mano al corazón como si jurase ante un juez. Y lo dijo rotundamente, con un acento de verdad, pues en sus infidelidades que ahora estaban completamente olvidadas le había acompañado el recuerdo de Margarita. ¡Pero hablemos de ti! añadió Julio . ¿Qué es lo que has hecho en este tiempo? Había aproximado su silla á la de ella todo lo posible.
Pero entre las personas expropiadas debia entrar tambien una anciana, que siendo dueña de una casita en que habia una hermosa palmera, se negaba rotundamente á cederla por ninguna suma mientras no se le diese otra casa que tuviera asímismo su palma.
En no pocos casos hubo de negarse rotundamente á las que ella consideraba burlas más que pruebas de amor. La verdad es que Carmen estaba formada de una pasta muy distinta de la de su novio. Por su natural era poco á propósito para sondear las profundidades más ó menos ridículas y extravagantes, pero siempre espirituales, del carácter de Octavio.
Palabra del Dia
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