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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Al salir el sol ya habia montado los bajos, y seguí con fuerza de vela y viento N fresco, por lograr la pleamar de dia en el Rio Negro, y poder lograr entrar en él, por estar la mar muy gruesa y el viento contrario para aventurarse á embestir su barra. De noche las doce llegué la barra que rompia de punta á punta, y la embestí por la canal del N por entre las reventazones.

Así se rompía el hielo. ¿Por qué no vienes a Mar del Plata? Anda, vamos... No puedo; estoy metida en un berenjenal, hijita, que no cómo voy a salir. ¿Por...? Por lo de Inesita. ¿Sabes que se casa con Raúl, con mi cuñado? , ya me lo han dicho, ¡Pobre Carlitos Nuezvana!

El desprecio que tenía 1225 De cuantas cosas miraba, Las galas que desechaba, Los papeles que rompía; El no haber de quien pensase Que mi mano mereciese, 1230 Por servicios que me hiciese, Por años que me obligase; Toda aquella bizarría Que como sueño pasó, Á tanta humildad llegó, 1235 Que por decir podría: Aprended, flores, de Lo que va de ayer á hoy; Que ayer maravilla fuí, Y hoy sombra mía aun no soy. 1240 Flores, que á la blanca aurora Con tal belleza salís, Que soberbias competís Con el mismo sol que os dora, Toda la vida es un hora: 1245 Como vosotras me , Tan arrogante salí; Sucedió la noche al día: Mirad la desdicha mía, Aprended, flores, de . 1250 Maravilla solía ser De toda la Andalucía; Ó maravilla ó María, Ya no soy la que era ayer.

Si mientras el Tuerto estaba á la mar, alguno de sus hijos rompía la olla, ó se comía el pan que estaba en el arcón, ó hacía cualquiera diablura propia de su edad, en el balcón le sacudía el polvo su madre, en el balcón le estiraba las orejas y en el balcón le bañaba en sangre la cara.

Un rayo de sol vergonzante rompía las pardas nubes, y recortaba sobre el fondo obscuro la cabeza linfática, rubia, la tez pecosa, las facciones delicadas, pero no exentas de rasgos característicos, del mancebo.

Jamás la voz argentina de la pequeña se rompía en un llanto descompuesto o en un acedo grito; jamás sus magníficos ojos de gacela se empañecían con iracundas nubes, ni su cuerpo gallardo se estremecía con el espasmo de una mala rabieta.

No supo el tiempo que estuvo así. La luz también fue huyendo, dejando el cuarto en la sombra, y todo quedó en silencio... Todo, menos su pensamiento, que le hablaba sin cesar, y el pecho, que se rompía en sollozos. Y así estuvo mucho tiempo, mucho tiempo. Al cabo notó que la puerta del cuarto se abría suavemente.

Al fin se detuvo, aturdido por su propio vaivén: apoyóse en el antepecho, y ocultando entre las manos su cabeza, estuvo de este modo un largo rato devorando su agonía. De pronto creyó sentir rumor extraño, alzó la cabeza, y en el fondo del corredor creyó ver una figura humana que avanzaba. El corazón le latió con tal violencia, que creyó que el pecho se le rompía.

Pero la risa de Perla cuando se veía atrapada, bien que armoniosa y rebosando contento, solo daba por resultado aumentar las dudas de su madre. Herida en el corazón por esta especie de misterio indescifrable y desconcertador que con tanta frecuencia se interponía entre ella y su único tesoro, tan caramente adquirido, y que era todo su universo, Ester rompía á veces en amargo llanto.

A las siete y media de la mañana salí de la expresada barra, y navegué al NNE hasta las doce del dia, que habiéndose llamado el viento á la proa, navegué á remo hasta las tres de la tarde, que desembarqué en la Isla de Bordas, y desde ella observé que rompia la mar por la parte de afuera desde el NE hasta el SE.

Palabra del Dia

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