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La odiaba, y, sin embargo, rogué. Pero hasta los ruegos fueron inútiles. Entonces la declaré: «¿Sabe usted por qué no quiere usted huir? No es por él, es por usted misma. Teme usted que él crea que usted se ha escapado con su nuevo amante.

Si cuando yo te rogué, Hábito honrado tomaras, La voluntad disculparas, 2245 Que baja en tus prendas fué.

Las extremidades inferiores eran más débiles cada día, la pobre temía caerse, y su angustia aumentaba al considerar que sus enfermeras no podrían sostenerla. Acudí a relevar a mi tía, esperando que la anciana segura de mi vigor, se mostrara más decidida y animosa, pero todo fué inútil. no sabes llevarme. , tía. No, déjame.... Voy mejor con Pepa. Insistí, rogué, supliqué.... ¡En vano!

Estas palabras no eran las más á propósito para tranquilizarme, y le rogué que se sentara y se explicase. Tras las desgracias que me suceden me dijo , hubiera sido la última la de no poder veros. Tranquilizáos, y decidme después por qué hubiera sido una desgracia para vos el no haberme visto. Porque una persona muy principal á quien temo mucho, me ha encargado que os vea. ¿A ? ¿para qué?

Finalmente, por abreviar el cuento de mi perdición, digo que yo rogué y pedí a mi hermano, que nunca tal pidiera ni tal rogara...» Y tornó a renovar el llanto. El mayordomo le dijo: -Prosiga vuestra merced, señora, y acabe de decirnos lo que le ha sucedido, que nos tienen a todos suspensos sus palabras y sus lágrimas.

»Asombrose al conocerle, y no era para menos; pero le aplaudió de buena gana. Llevábamos aún medio aliviado el luto por mi padre, y la rogué que no fuera esto un estorbo para aplazar las bodas. Otro motivo de asombro para mi madre.

Tras esto dijo que iba a la corte, porque un mayorazgo raído como él, en un pueblo corto olía mal a dos días y no se podía sustentar; y que por eso se iba a la patria común, adonde caben todos y adonde hay mesas francas para estómagos aventureros; "y nunca cuando entro en ella me faltan cien reales en la bolsa, cama y de comer, porque la industria en la corte es piedra filosofal, que vuelve en oro cuanto toca". Yo vi el cielo abierto, y en són de entretenimiento para el camino le rogué que me contase cómo y con quienes viven en la corte los que no tenían, como él, porque me parecía dificultoso; que no sólo se contenta cada uno con sus cosas, sino que aun solicitan las ajenas.

Entonces me sentí muy valiente, casi me arrepentí de haber tenido miedo antes, y le rogué que lo leyera todo; pero él no quiso. »Tuve que leerlo yo, y así la vergüenza se me ha disipado, y ahora me siento como librada de un gran peso, y contenta, contenta

16 Pero sea así, yo no os he agravado; sino que, como soy astuto, os he tomado por engaño. 17 ¿Por ventura os he engañado por alguno de los que he enviado a vosotros? 18 Rogué a Tito, y envié con él al hermano. ¿Os engañó por ventura Tito? ¿No hemos andado con un mismo Espíritu y por las mismas pisadas? 19 ¿O pensáis aún que nos excusamos con vosotros?

Yo soy el que no tuvo ánimo para ver en qué paraba su desmayo, ni lo que resultaba del papel que le fue hallado en el pecho, porque no tuvo el alma sufrimiento para ver tantas desventuras juntas; y así, dejé la casa y la paciencia, y una carta que dejé a un huésped mío, a quien rogué que en manos de Luscinda la pusiese, y víneme a estas soledades, con intención de acabar en ellas la vida, que desde aquel punto aborrecí como mortal enemiga mía.