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Actualizado: 27 de junio de 2025
Contiene su marcha y se purifica contorneando los cabos arenosos, pero se precipita con furia contra los altos ribazos, los mina por la base y se carga nuevamente de materias extrañas. De curva en curva y de una á otra ribera, alterna en su trabajo; deja en la derecha lo que ha tomado en la izquierda: el ritmo de los meandros se completa por el del trabajo.
Cada vez que el hilo se deslizaba, rozando con el dedo gordo de la mano derecha del cura, Navarro daba un golpe. Era como el ritmo de un reló 17. Creeríase que los cuatro individuos formaban un mecanismo dentado construido para hablar ovillando, y para ovillar los segundos.
Casa-Vieja era blanco, de pelo castaño y lacio, de mirar displicente; no feo, pero muy marchito de cara, en la cual descollaba un gran bigote, desmayado también, y del color del escaso pelo de la cabeza. El cuerpo, bien conformado y correctísimamente vestido, por el modo de caer en la silla y el ritmo de todos sus movimientos, acusaba la propia dejadez reflejada en los ojos y en el gesto.
Hay veces en que, por una aparente alteración del ritmo triunfal, cruzan la historia humana generaciones destinadas a personificar, desde la cuna, la vacilación y el desaliento.
En concreto, sólo pude saber que quedaba muy alegre esperando mi llegada. Dábame los nombres de pueblos y montañas cuando yo se los pedía, sin cambiar el ritmo airoso de su andadura ni volver por completo la cara hacia mí.
Las corrientes del Pedregoso cambian de ritmo; hay en las espesuras preludios corales, amorosos aleteos, y principia por todas partes el movimiento y la vida. Diríase que los vientos se apresuran a derramar por los valles el aroma de las flores que se abrieron durante la noche.
Si los griegos consideraban al ritmo yámbico como al que más se acercaba á la conversación ordinaria, y como la medida más adecuada á la representación de una fábula , lo cual es también aplicable á casi todas las lenguas modernas, en la castellana concurría además otra razón importante.
¡Vivan las Cortes! gruñó Lombrijón batiendo palmas con el ritmo de la malagueña . Lo que igo es que un ruedo de muchachas bailando, con un par de guitarras y otros tantos mozos güenos y un tonel de lo de Trebujena que dé güelta a la reonda, me gustan más que las Cortes, donde no hay otra música que la del cencerro que toca el presiente y el romrom de los escursos.
La melodía comenzaba soñolienta, perezosa, yámbica; después, de pronto, tenía un impulso de pasión, un nervioso salto; luego tornaba a desmayarse, a caer en la languidez criolla de su ritmo desigual.
Su estado nervioso se resiente de esa muda ansiedad que la está matando, y desde ayer hemos pensado con mis colegas en calmar eso... No puede seguir así. ¿Y sabe Vd. concluyó a quién nombra cuando el sopor la aplasta? No sé... le respondí, sintiendo que mi corazón cambiaba bruscamente de ritmo. A Vd. me dijo, pidiéndome fuego. Quedamos, bien se comprende, un rato mudos.
Palabra del Dia
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