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Actualizado: 25 de junio de 2025
Con él, no lo dudéis, despertará la inteligencia, se aguzará el ingenio, crecerán los ánimos y por fin entrarán en el concierto de los hombres civilizados los habitantes de este país. Mucho se rieron y celebraron las palabras del joven ingeniero.
La segunda vez, sobre todo, en que Cecilia y Gonzalo se rieron con gana llevándose la servilleta a la boca para apagar el ruido, la mirada del prócer fué más larga, más fría y distraída aún. Venturita, indignada, los apuñalaba con los ojos.
Apoderarse del silencio ajeno es como quitarle a uno una moneda del bolsillo. Estas cosas hacían gracia, y aquella noche las rieron más, para animarle. Invitado por Juan a ir al Teatro Real, lo rehusó.
No quería yo más para divertirme: así es que, poniendo una silla en lugar de toro, le capeé, le puse banderillas y le dí muerte con mi sable, pasándole de parte a parte. ¡Cuánto se rieron aquellos condenados! Hasta el General acudió a verme. Veo que has aprovechado el tiempo en el campamento francés dijo la señora madre con tremenda ironía. Si no querían dejarme venir.
Pues no tiene usted más que ponérselo en cuanto sea su yerno, porque, según cuentan, es novio de su hija Emilia dijo el marica recalcando las palabras con extremado gozo. Paco y D. Santos rieron. D. Cristóbal quedó anonadado. Apenas pudo mascullar trabajosamente: ¡Quién hace caso de esas boberías! Y no volvió a chistar.
El clérigo le echó una mirada de soberano desprecio. ¿No sabe usted latín?... ¡Vaya, vaya a la escuela! Los compañeros rieron mucho. Moreno, picado en lo vivo, replicó que el latín sólo servía para hacer pedantes, que lo que se había escrito en este idioma no tenía ya utilidad para los grandes adelantos de la ciencia, y que las mismas Escrituras no se habían escrito en latín, sino en hebreo.
Las tres mujeres se rieron mucho también de aquella salida tan fina, e Izquierdo, rascándose la noble frente, dijo así: «La señorita... a cuenta que ahora le enseñará a no soltar exprisiones». Buena falta le hace... En fin, vámonos.
Y en voz alta, echando a broma el aviso, que en realidad le había alarmado, dijo: Pensará hacerse abogado y estará dando lección con Cernuda. Amigo, ahora que va a ser padre, quiere ser un sabio; estudia mucho. Los dos rieron la gracia, y sobre todo la malicia. Pero a don Nepo otra le quedaba. Lo de Cernuda era grave. Había que vivir prevenido.
Bueno; transijo con el tercer lugar en el escalafón, pero de ahí no paso; como usted me quiera echar al cuarto, me sublevo. Ambos se rieron.
Lo que se repartía cuando fuimos era un sol magnífico capaz de derretir las piedras. ¿De manera que usted cree que yo no debo ir á la Segada? Paco Ruiz dijo estas palabras con gravedad cómica. D.ª Feliciana y Carmen rieron. ¡Siempre ha de ser usted el mismo! repuso D. Marcelino un poco amoscado levantando la tabla del mostrador para entrar.
Palabra del Dia
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