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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Aquí Gurdilo se lanzó rencorosamente contra Momaren, describiéndolo sin dar su nombre, relatando sus desgracias domésticas, su lucha con Popito, su odio contra el gigante, por creerle cómplice de Ra-Ra. Hasta los senadores más amigos del Padre de los Maestros rieron francamente cuando el senador fué relatando, con una cómica exageración, todo lo ocurrido en la tertulia literaria.
Sin embargo, cuando éste, lleno de sumisión, inclinándose con el sombrero en la mano, abrió la portezuela, brillaban sus ojos con maliciosa expresión: al subir al pescante dio un pellizco significativo a su compañero, y ambos rieron groseramente sin osar decirse lo que pensaban, por temor de ser escuchados.
Estábamos todos conmovidos y aterrados con la patética relación de la desgraciada niña, digna de mejor suerte. Después... entraron unos hombres; ¡qué hombres! Vestían de cruzados como don Pedro del Congosto, y venían a recordar a lord Gray que este le había desafiado... Entraron los amigos de lord Gray y todos se rieron mucho del desafío con D. Pedro.
Una muchacha que estaba en la cocina, al oir la anécdota, se echó a reir con una risa aguda y comunicó su risa a todos. Rieron también de buena gana Martín y Bautista la manera de señalar del truhán, pero el campesino aseguró que él no tenía arte para estos cuentos. Le instaron para que siguiera y el hombre contó una nueva ocurrencia de Pernando.
Los dos amigos rieron al oír las últimas palabras del doctor.
Isidora sentía un regocijo febril y salvaje. Todo le llamaba la atención, todo era un motivo de grata sorpresa, de asombro y de risa. Su alma revoloteaba en el espacio libre de la alegría, cual mariposa acabada de nacer. Almorzaron en un ventorrillo. Nunca había comido Isidora cosas tan ricas. ¡Cuánto rieron viendo cómo se atracaba Mariano!
Todo eso nos lo contó el P. Solís, allá en casa, una noche, a la hora de la cena. ¿No es cierto, Gabriela? Y también dijo que a él le gustaría mucho que el señor se casara con Linilla.... ¡Vaya... con la señorita Angelina! Rieron todos de la indiscreción del corcovado. Gabriela me miró, y pasándome un plato murmuró a mi oído: No haga usted caso, señor; este niño es así.... ¡Le miman tanto!
La luna nos incomoda un poco, señora respondió un viejo sonriendo, pero ya estamos acostumbrados. Los compañeros rieron, y la condesa también, por complacencia. Mira, ven á mostrarme el establo: así nos libraremos un poco del calor. Como guste la señora. El establo se hallaba en la parte superior del prado.
¿Qué hay? le dijo Martín . ¿Qué hace usted? Estas moscas fastidiosas contestó el campesino seriamente. Pero si no hay moscas. Sí las hay, sí replicó el hombre, dando de nuevo con el pañuelo. Rieron Martín y Bautista, y el campesino contó una porción de historias y de anécdotas. Yo no sé contar nada dijo el hombre varias veces . ¡Si estuviera Pernando! ¿Y quién era Pernando? preguntó Martín.
Aquí está Pepa Frías dijo sonriendo Mariana, la esposa de Calderón. Eso es; aquí está Pepa Frías respondió con afectado mal humor la misma . Una mujer que no tiene pizca de vergüenza al poner los pies en esta casa. Los tertulios rieron. ¿Tú te crees por lo visto que soy de la Inclusa? ¿que no tengo casa?
Palabra del Dia
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