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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Las galas, las joyas y los cuadros, cuando eran excelentes, llevaban siempre su nombre, como para indicar su excelencia en el supremo grado . Los eruditos y los aficionados á la poesía acudían á Madrid de todos los ángulos de la Península para contemplar al hombre maravilloso, y hasta hubo italianos, que vinieron á España sólo para conocer al gran poeta . Cuando salía á la calle se reunían los curiosos para admirarlo, y hasta el Rey, cuando encontraba á este hombre extraordinario, le manifestaba su veneración y su agrado.
Encontraba agradable tener por asiento una dependencia del enorme palacio donde reinaba sin límites la autoridad del Padre de los Maestros. Aquella tarde, Golbasto, el gran poeta nacional, había salido de su casa apenas notó que las calles empezaban á quedar solitarias. El glorioso cantor sólo gustaba de las muchedumbres cuando se reunían para aclamarle y escuchar sus versos.
Es sierto que no estuve bien, lo reconosco... Pero ya verán ustés en la prósima corría, así que aclare el tiempo... Se hará lo que se puea. En ciertos cafés de la Puerta del Sol, donde se reunían otros aficionados de clase más modesta, no se atrevía a entrar.
El señor Fermín se conmovía recordando esta época feliz, que fue la de su matrimonio con la pobre mártir, como él llamaba a su difunta mujer. Se reunían los compañeros de trabajo en las tabernas todas las noches, para leer los papeles públicos, y la caña de vino circulaba sin miedo, con la largueza del jornal abundante y bien retribuido.
Pero lo que mostraba con mayor deleite la hija de los señores de Escudero era su equipo, un soberbio trousseau confeccionado en París, donde sobre cada pieza se ostentaba una corona ducal, pequeña o grande, bordada en blanco o en color. Había coronas hasta sobre los paños de la cocina. Algunas amigas íntimas se reunían la víspera del día señalado para el enlace en el gabinete de la prometida.
En el tresillo, en el gabinete de lectura, en el billar, en las salas de conversación, de dominó y ajedrez, había siempre las mismas personas, los aficionados respectivos; pero el cuarto del crimen era el lugar donde se reunían todos los oficios, todas las edades, todas las ideas, todos los gustos, todos los temperamentos.
¡De seguro! contestó la mujer y le pintó el sitio como si en él hubiera estado. Con la prision de Basilio, los sencillos y agradecidos parientes propusieron hacer toda clase de sacrificios para salvar al joven; pero como entre todos no reunían treinta pesos, hermana Balî, como siempre, tuvo la mejor idea. Lo que debemos hacer es pedir un consejo al escribiente, dijo.
Cuando los protestantes sevillanos tuvieron conocimiento de la llegada de Julianillo, inmediatamente acudieron con gran cautela á ocultar el cargamento, siendo repartidos los libros en el monasterio de San Isidro del Campo, en casa de don Juan Ponce de León y en la de la dama doña Isabel de Baena, ardiente protestante, en cuyo domicilio se reunían con frecuencia los luteranos.
En torno de Gabriel se había formado un grupo de amigos. Le buscaban, sentían la necesidad de su presencia, experimentaban esa atracción que, aun permaneciendo silenciosos, ejercen los que han nacido para pastores de hombres. Por las tardes se reunían en las habitaciones del campanero, saliendo, cuando el tiempo era bueno, a la galería de la portada del Perdón.
Lucía el Casino entre su maltratado mueblaje un caduco sofá de gutapercha, gala del gabinete de lectura: sofá que pudiera llamarse tribuna de los maldicientes, pues allí se reunían tres de las más afiladas tijeras que han cortado sayos en el mundo, triunvirato digno de más detenido bosquejo y en el cual descollaba un personaje eminentísimo, maestro en la ciencia del mal saber.
Palabra del Dia
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