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Actualizado: 7 de julio de 2025
Y divagando y haciendo risueños cálculos, llegó la hora en que el estómago empezó a indicarle que no se vive sólo de ilusiones. Problema: ¿dónde comería? La idea de meterse en un restaurant de los buenos fue prontamente desechada. Imposible presentarse hecho un tipo. ¿Iría, siguiendo la rutina de sus tiempos miserables, al figón de Boto? ¡Oh, no!... Siempre le habían visto allí teñido.
A las cinco comimos en el restaurant del pasaje de los Panoramas; volvimos á casa á las cinco y media, dejo á mis compañera en el hotel, entretenida en escribir á sus amigas de Madrid y Valencia, salgo á la calle, vuelo á la plaza de la Bolsa, tomo un coche, y á las seis menos diez minutos me tiene situado delante de la casa de la Villa.
Sin embargo de lo dicho sobre semejante cambio, los marinos actuales que proceden de la partida de la Berrona y de otras sus coetáneas, aún conservan, para un ojo práctico, ciertos resabios de aquella época; examinándolos con cuidado, aún se ve asomar bajo sus hábitos nuevos la hilaza del antiguo chaquetón de paño pardo; aún hablan como entonces si se les sabe tirar de la lengua, y es cosa probada que toman de mejor gana una cazuela de sardinas en la taberna de Regatillo, que un biftec en el restaurant del Occidente.
Sí, lo sabrá al menos, para que esa sombra vaya sobre su corazon, y no engañe á otra desdichada. =Dia trigésimo quinto=. Disputa del restaurant de las Columnas. Manuela Bernaola. Una mujer de Batiñoles y de Lamartine. Un caballero vestido de hombre, y un hombre vestido de caballero. Un conflicto. Llanto de mi mujer. Cartas Visitas. Las cinco y media de la tarde. Un puente.
Viniendo al café aquella noche había tropezado en la calle con un hombre tendido sobre la acera. Quiso levantarle. El hombre no podía tenerse en pie a causa de su extrema debilidad: según dijo no había tomado alimento en treinta y seis horas. Lleno de compasión le arrastró como pudo hasta un restaurant próximo; hizo que le sirviesen caldo y le pagó una buena comida.
Primer restaurant del pasaje de los Panoramas. Segundo restaurant. Vajilla de Luis Felipe. Francia. Inglaterra. Pequeño restaurant de Lóndres. Empiezo este dia por dos curiosidades que hemos visto ayer, y que nos causaron suma extrañeza.
Cuando más apurados, más gala, contestó mi mujer entre amostazada y risueña, y me impulsó con su brazo hácia adelante. A los tres minutos nos hallábamos á la puerta del famoso restaurant Vefour, que ocupa casi el centro de la fachada Norte del Palacio Real, al lado de los Hermanos Provenzales, que tienen tambien un restaurant de primera tijera.
En cambio, tenéis el restaurant Delmónico o el Brunswich que no le ceden en nada a Bignon, al London House de Niza o al Bristol de Londres. Delmónico está lleno siempre y sus precios son exorbitantes.
Si eso es ser culto, quiero que mi país sea bárbaro. Si por eso el Africa ha de principiar en los Pirineos, que principie en buen hora, y Dios la dé mucha fortuna, mucha salud, y que á mi no me olvide, como decia el autor del Quijote. =Dia primero=. Advertencia del autor. Llegada á Paris. Omnibus. Travesía. -Hotel Español. Luisa Noel. Hotel de los Extranjeros. Restaurant. Garçones. Mi barbarie.
Revolución, pues. Suprimamos la Administración, que es una hipocresía del reparto universal; suprimamos el presupuesto, que es la forma numérica del restaurant nacional; suprimamos las contribuciones, que son el almacenaje omnímodo de que se nutre el comunismo, y una vez suprimido esto, lo demás, ejército, gobierno, armada..., se suprimirá por sí mismo.
Palabra del Dia
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