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Actualizado: 7 de octubre de 2025


Si Melisa está allí, ven a la Arcada y dímelo, y si no está quédate en ella; ¿oyes? Y Arístides se escapó al trote de sus cortas piernecillas, desplegando toda su velocidad. A pocos pasos del camino estaba la Arcada. Con este nombre era conocido un largo e irregular edificio, conteniendo taberna, salón de billar y restaurant.

Momentos después todo era movimiento y confusión; hombres que se acercaban apresuradamente, sombrero en mano, y partían con no menor celeridad; otros que me conducían al restaurant de la estación, jinetes que salían a escape con dirección a los cuarteles, a la catedral, a la residencia del duque Miguel.

Comimos luego en un lujoso y aéreo Restaurant, situado en la Plaza de la Bolsa, cuyo dueño se llama como jamás olvidaré, Champeaux. Ignoro si este nombre puede tener para los oídos franceses alguna poesía; pero muy bien que es un nombre célebre, prosáica y dolorosamente célebre para mi afligido bolsillo, como verá el lector en el PARIS CURIOSO.

La noche se echaba encima y bajaron despacio por la calle de Alcalá. Al pasar por delante de un restaurant, Mario tuvo una inspiración. ¡Si entrásemos aquí a comer! Carlota se opuso. No estaban ellos para gastar el dinero tontamente. Y siguieron caminando hacia casa. Pero Mario se había quedado silencioso y melancólico. Unos pasos antes de llegar Carlota se volvió hacia él con semblante risueño.

Se acercaba la hora de comer, y tuvimos el sentimiento de abandonar su compañía, no sin prometernos comer juntos al dia siguiente en el restaurant de San Jacobo, calle de Rívoli. No habian trascurrido diez minutos, cuando nos hallábamos en la casa en donde debiamos comer por franco y medio cada cubierto.

Mi mujer me dijo: lo que nos han puesto no vale diez francos. Hazme el favor de no volver á entrar en ninguna fonda, ni restaurant, ni almacen, ni aún taberna que huela á cosa de Champeaux. Yo medité un momento camino de casa, y dije á mi mujer: No es Paris el bárbaro: los bárbaros somos nosotros.

No quisiéramos un restaurant tan cerca del de Champeaux; pero allí entra multitud de personas, se titula Establecimiento de caldo, y hemos resuelto hacer una nueva experiencia.

Pues no, la Sílfide es un restaurant, una Sílfide gastronómica, una Sílfide que se engulle cinco ó seis platos por cinco ó seis pesetas. Al buen pastor. ¿Quién no habia de creer que se trataba de alguna hermandad ó cofradía? Pues tampoco: el buen pastor es un rico almacen de géneros, sito en la calle de San Sulpicio, núm. 21, si no yerra un anuncio que he visto cerca del Panteon.

Bajo el influjo de la primera impresion creí hallarme en el memorable restaurant Champeaux, plaza de la Bolsa, é hice involuntariamente ademán de irme, pero la memoria de los tres francos me detuvo.

Esto digo yo de la sociedad de judíos. Más que del espíritu de Jehová, se acordarán indudablemente del tanto por ciento que se prometen del canal ó del ferro-carril. Entramos en el célebre restaurant de la Sílfide, nos sentamos, se llega un garçon ... pero basta por hoy, mis queridos lectores. Para mañana tengo un plan oculto.

Palabra del Dia

aprietes

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