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Actualizado: 29 de junio de 2025


El Marqués, antes que los demás comiesen la sopa se sirvió un gran plato de sardinas, mientras hablaba con doña Petronila del derribo de San Pedro, que a la dama le parecía ignominioso. Los convidados en tanto se entretenían con los variados, ricos y raros entremeses. ¡Ya lo sabían! estaban en confianza y había que respetar las costumbres que todos conocían.

Uno de los diarios defendía la conveniencia de respetar la vida del gigante, y esto había bastado para que la publicación contraria exigiese su muerte inmediata, por creer que la voracidad tremenda de tal huésped acabaría por sumir al país en la escasez, siendo causa de que miles y miles de compatriotas pereciesen de hambre.

Al cual, despues de muerto, Inca Yupanqui le honró muy mucho, haciendo traer su cuerpo en andas bien adornado, bien ansí como si fuera vivo, á la ciudad del Cuzco, cada é cuando que fiestas habia, haciendo honrar y respetar su persona á los señores del Cuzco é á los demás caciques, bien ansí como si fuera vivo; delante del cual bulto hacia sacrificar é quemar muchas ovejas é corderos, é ropa, é maíz, é coca, é derramar muy mucha chicha, diciendo, que el tal bulto comia, é que era hijo del sol, é questaba con él en el cielo.

No debéis de conocerme. Si el Rey no viene a prenderme, No hay en todo el mundo quién. REY. ¡Pues yo soy el Rey, villano! PELAYO. ¡Santo Domingo de Silos! D. TELL. Pues, señor, ¿tales estilos Tiene el poder castellano? ¿Vos mismo? ¿Vos en persona? Que me perdonéis os ruego. REY. Quitadle las armas luego. Villano, ¡por mi corona, Que os he de hacer respetar Las cartas del Rey!

Mi padre, por lo tanto, retenía en su memoria los más insignificantes detalles de aquel edificio que cuando niño le había servido de casa de recreo y ahora de prisión. Cuando mi padre entró en semejante prisión, se figuró estar en su propia casa. Por fortuna, también, el carcelero había servido en su mismo escuadrón, y acostumbrado a respetar a su capitán, enterneciose al verle de nuevo.

Una mañana se hizo trasladar en su coche al palacio de Requena. Pasmo del portero al abrir la verja y encontrarse con la señorita Clementina, y visible alegría también. Porque, aunque no era tan llana como la ex florista ni tan pródiga, el sentimiento de justicia obligaba a los criados del duque a despreciar a ésta y respetar a aquélla.

El primero nos enseña a respetar la idea de Dios; el segundo, a respetar a la mujer. Creo que la razón de que en los matrimonios españoles no se acate lo debido a la mujer estriba en que es uso entre comadrones y comadronas impeler y aun constreñir al padre a que permanezca fuera del recinto en donde se verifica el doloroso misterio.

Aquella casa ilustre y poderosa llegó al extremo de la ruina con la muerte del Marqués; los acreedores embargaron sin respetar los preclaros timbres de la familia, y después de liquidadas las cuentas é inventariados los bienes muebles é inmuebles, no les quedó á los herederos sino una miseria.

Eso llama la atencion del viajero, cautiva sus miradas y le hace respetar una civilizacion que, desarrollándose bajo la influencia de la libertad, demuestra que la grandeza de un pueblo no consiste en la masa de su poblacion nativa y la extension de su territorio, sino en la fecunda energía y la armonía de sus progresos. Ginebra está dividida por el Ródano en dos partes desiguales.

No quedó en Madrid perro ni gato que no hablase del frenético amor del Conde por la mujer de un empleadillo en Hacienda; de su loca pretensión de hacerla respetar como criatura angélica, semi-divina, y fuera del orden y condición que naturalmente se usan; y de su afecto singular hacia el esposo sufrido, de cuyo sufrimiento tenía el Conde el imposible empeño de que nadie se percatase ni se riese.

Palabra del Dia

rigoleto

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