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Actualizado: 28 de junio de 2025


Amparo ejecutó el decreto materno empujando a Chinto por los hombros a las tinieblas exteriores del portal, y Chinto resignado optó por acostarse. Lo único que sentía confusamente era no poder ver a la muchacha un rato. Ahora le entretenía casi tanto mirar a Amparo, como antes contemplar la rueda del amolador y la bahía.

Pero sucedió que insensiblemente se fué encariñando con uno de ellos que la mimaba mucho y le oía resignado los nimios escrúpulos de su conciencia. Lo que al principio no fué más que simpatía, llegó á ser amor vehemente, pero sublime de pureza. Toda la ternura de esposa y de madre, reconcentrada en el corazón de la viejecita, brotó de pronto como una fuente impetuosa, inundándola de felicidad.

Más recordaba Bonis: que su padre, aunque ocultándolo, dejaba ver a su pesar que era un vencido, que tenía miedo a la terrible lucha de la existencia; era pusilánime; y, resignado con su pobreza, con la impotencia de su honradez arrinconada por la traición, el pecado, la crueldad y la tiranía del mundo, buscaba en el hogar un refugio, una isla de amor, por completo separada del resto del universo, con el que no tenía nada que ver.

La madre, que trenzaba cestos en un rincón, sintióse alarmada en sus instintos de mujer. Su alma simple se dio cuenta del estado de Margalida. El padre, viendo la inquietud de aquellos ojos de animal triste y resignado, intervino oportunamente. «Las nueve y media...» Hubo un movimiento de sorpresa y protesta en el grupo de los atlots.

Su reputación de santo y de benigno atrae a su confesionario, no ya a los niños y a las vírgenes, sino a la turba multa de desaforadas y lascivas pecadoras. La limpieza de su cándido optimismo se mancha con el negro cieno del mundo. Y resignado y triste, aunque lleno siempre de dulce confianza en Dios, muere al fin «Quitolis», muere también su viejecita madre y termina así la novela.

Virey, como Vocal Presidente, y prestádose á ello con la mayor generosidad y franqueza, resignado á mostrar el punto á que llega su consideracion por la tranquilidad pública y precaucion de mayores desórdenes, lo participa á V. E. á fin de que, calmando las agitaciones de su ánimo, pase á la eleccion de Vocal que subrogue al Exmo. Sr.

«Es una vieja», pensó Bonis resignado, sin amargura; pero triste por amor de su hijo.

Los ojos espantados, con cierto extravío, de la parturiente, no expresaban ternura de ningún género; de fijo ella no pensaba en el hijo; pensaba en que sufría nada más, y en que se podía morir, y en que era una atrocidad morirse ella y quedar acá los demás. Padecía y estaba furiosa; tomaba el lance, en la suprema hora, como un condenado a muerte, inocente, pero no resignado y apegado a la vida.

Apenas concluida la colcha blanca, pretendió Lita empezar inmediatamente la celeste... Aquí intervino formalmente el papá. La enfermita necesita por lo menos un día de descanso, pues que ni el mismo domingo se había resignado a descansarlo todo entero.

Las ideas tristes habían volado como pájaros de invierno, Ana se había visto en el paseo de San Blas rodeada del mundo, agasajada, y a su lado iba don Álvaro Mesía, enamorado, triste de tanto amor, resignado, cariñoso sin interés, suave y tierno, sin esperanza.

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