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Actualizado: 27 de noviembre de 2025
De aquí nacen las expresiones de «esto es muy posible, pues nada se opone á ello;» «es posible, pues no se ve ninguna repugnancia.» Como quiera, en sabiendo lo que es imposibilidad, se sabe lo que es la posibilidad, y vice-versa. Algunos distinguen tres clases de imposibilidad: metafísica, física y moral.
Mientras la voz cascada del cura le martirizaba los oídos, estaba pensando en un perro que había encontrado por el camino con una pierna rota. ¿Quién habría puesto de aquel modo al infeliz animal? Tal vez algún muchacho le tiraría una piedra. ¡Vaya una proeza! Poco á poco se fué apoderando de su espíritu una gran repugnancia, una repugnancia invencible.
Iba á pasar con alguna repugnancia, cuando el borracho se volvió lentamente de lado, levantó el brazo que le ocultaba la cara y debajo de aquellos sórdidos harapos y en aquel hombre echado en el polvo, Herminia reconoció con estupor al señor Roussel, que la dijo en voz baja: ¿Está usted sola? Ella respondió: Si; pero, ¡cuidado! me vigilan siempre. Lo sé. Hace seis días que rondamos la propiedad.
Estas últimas palabras las acompañó el ayudante con un gesto expresivo, traspasando el aire con los dedos de punta, lo mismo que si los estuviese introduciendo por un cuerpo humano. Don Rosendo hizo un gesto de repugnancia, y guardó prolongado silencio. Al cabo, manifestó sordamente: Lo que sentiré es que estas malditas agujetas no me permitan tirarme a fondo. ¡Ca, hombre, ca!
Sólo hay un medio... ya os lo he dicho... acabar de una vez... cuando un enemigo se hace demasiado terrible, como, por ejemplo, la reina... No, no dijo con repugnancia el duque ; no es necesario llegar á tanto... la reina... la tenemos sujeta... esas cartas... esas preciosas cartas... ¡oh! guardadlas bien... guardadlas.
Aunque Morsamor disimulaba su disgusto, que solía rayar a veces en repugnancia, donna Olimpia, era muy avisada y no dejó de conocerle; pero donna Olimpia era muy soberbia y no se dio por entendida ni formuló la menor queja.
Encantaba además al rey, el que el padre Aliaga no se entremetiese jamás en los asuntos de Estado, porque Felipe III, en abierta contraposición con su padre Felipe II, que pasaba su vida sobre los negocios, sentía hacia ellos una repugnancia invencible. A poco tiempo de llegar fray Luis á la corte, conoció á la reina. Al verla el religioso se inclinó y permaneció con los ojos bajos.
La misma consideración de mi riqueza, de mi material bienestar, de mi salud y de mi elegancia, se contrapone al estado de mi espíritu y me impulsa a contemplarle con mayor espanto y repugnancia. Mi cuerpo está sano y hermoso, pero mi alma, cuando caen los recuerdos sobre ella, está como Job en el muladar.
Por otra parte, lo mismo el conde de Pópoli que el duque de Arcos parecían ignorar el suceso; no tenían la menor reserva para con Teobaldo; no nos impedían vernos, y aunque irritados por mi resistencia, atribuían mi obstinación a la repugnancia que sentía al matrimonio más bien que a otra causa extraña.
¿Por qué el señor de Sorege tiene tanta repugnancia en hablar de esas aventuras y del que fué su protagonista?... Nunca he podido sacar de él mas que respuestas vagas y lloronas sobre este asunto. Pero, señorita Maud, ¿por qué esa curiosidad? ¡Ah!
Palabra del Dia
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