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Actualizado: 9 de junio de 2025
En el primer mes de esta nueva vida, un suceso extraordinario turbó su plácida tranquilidad. Llegó una carta, un pliego con membrete de un café del Borne y unos cuantos renglones de letra gruesa y defectuosa. Era Toni Clapés quien le escribía. Le deseaba muchas felicidades en su nueva existencia. En Palma todo continuaba lo mismo.
El capitán estaba allí, en aquellos renglones, con su ruda y desbordante personalidad, escandaloso, simpático y agresivo. Febrer creyó contemplar sobre el papel su nariz enorme y pesada, sus patillas canosas, sus ojos de color de aceite con pintas de tabaco, su chambergo abollado puesto de través.
Con lozana alegría empezaba a florecer su corazón amoroso; y seducida por aquellos primeros favores de la suerte, se sintió tan deseosa de paces y treguas en la batalla de su senda oprimida, que pensó en congraciar con un ardid a la terrible señorita de la casa, escribiendo a Salvador dos renglones que pudieran convertirse en alguna esperanza para la cazadora de novios.
Carmen, embebida en algún pensamiento celestial, sin duda, mostraba una expresión nueva y radiante, y Julio, que la perseguía con ojos interrogadores, no quiso comer sin la sal de las lágrimas con que la niña de Luzmela solía sazonar las familiares viandas. Estaba Salvador muy asombrado de los renglones de Carmen. Se recibió su visita en la casona con mucho agasajo.
Basta saber que las triviales cartas cambiadas entre los dos amigos a propósito del ya inmediato matrimonio, carecieron por completo de interés; la de Jacques fueron cuatro renglones a modo de simple notificación; la del marqués era, sea dicho en justicia, aunque breve, amistosa.
¡Ah! ¡ah! dijo el rey ; no lo creyera si no lo viera; y es letra y firma del duque de Uceda, con sus renglones torcidos... el hijo contra el padre... ya sabía yo que no andaban muy acordes entrambos duques... ¡pero que llegasen á tanto!... ¡Ah! ¡ah! Sigue, sigue dijo con impaciencia la reina.
No es extraño, pues, que busque yo como vos, en apartadas regiones, un alma que simpatice con la mía, aunque sea sólo por sentirse atormentada de la misma dolencia. No acierto a explicarme el fin que pueda tener yo enviándoos estos renglones y hasta enviándoos mi retrato. Lo hago sin propósito, fatal e irreflexivamente.
De entre los escasos renglones del artículo interrumpido poco después de haber sedado a luz su primera idea, surgen las líneas; las sombras y luces de una inmensa catedral gótica. Crecen sus haces de columnas, teñidas de suave matiz pardo, hasta llegar a enorme altura, desparramándose después los retorcidos tallos para formar las bóvedas.
Al ver que Pirovani se había metido en su casa, no quiso buscar mentalmente nuevas explicaciones y abrió el sobre que acababa de recibir, empezando á leer su contenido en medio de la calle. Sus ojos pasaron por varios renglones, sin comprenderlos. «Una docena de frascos de «Jardín Encantado». «Idem ídem de «Ninfas y Ondinas». «Seis docenas de cajas de jabón «Claro de Luna».
La imaginación del pobre periodista había logrado escaparse en aquellos momentos, cuando el artículo no había pasado aún de su edad infantil, y sólo contaba escaso número de renglones.
Palabra del Dia
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