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Actualizado: 30 de junio de 2025


En un cajón de su escritorio estaba en un cuadrito la estampa de la Virgen de Regla que el día de su marcha le había regalado su madre; púsola en pie, delante de , apoyada en el tintero, y comenzó a escribir, a escribir, y se llevó dos horas escribiendo... Estaba contentísimo; sus negocios marchaban muy bien, y la Restauración era cosa segura. La condesa de Albornoz...

Se hallaban allí también sentados D. César de las Matas de Arbín, su primo, vecino y propietario de Villoria, quien jamás en su larga vida había dejado un año de oir la misa del Carmen en Entralgo, el tío Goro de Canzana, Martinán el tabernero, Regalado el mayordomo y algunos otros vecinos de la misma gravedad aunque no tan señalados.

Largos ratos se dedicaba ella a pensar en las contingencias de aquellos graciosos amores, y llegaba, imaginando, al día de la boda, y pensaba en la verosimilitud de una cencerrada, pues el tío era viudo, cencerrada en que ella colaboraría a cencerros tapados, sin perjuicio de haberle regalado antes a la novia un magnífico aderezo.

PORDATA: Te doy las gracias por el dinero que me as regalado.

Curiosón de los demonios replicó el otro volviéndose hacia él desde la mitad de la cocina . En primer lugar, a zoquete regalado no debieras ponerle tachas; y, por último, has de saberte, traga-aldabas del jinojo, que ni todos los tiempos corren unos, ni todos los hombres son iguales. ¿Me entiendes ahora?

Estuvo allí dos días, y la noche última que se fue a despedir dél le tuvo más de tres horas sentado tratando de diferentes cosas, y mandó al que cuidaba dél que previniese caballos para el siguiente día y le acompañasen diez y seis millas, hasta un lugar llamado Ciento, donde estuvo poco, pero muy regalado, y despidiendo la guía siguió el camino de Roma, por Nuestra Señora de Loreto y Bolonia, donde no paró ni a dar cartas al cardenal Ludovico ni al cardenal Espada que estaba allí.

Lo primero que vi fue un pequeño estuche. Le abrí y encontré... la cruz de brillantes que le había regalado el día que por primera vez almorzó conmigo. La existencia en el cofrecillo de aquella cruz, me dio no qué aliento, qué esperanza vaga, qué alegría íntima. Luego seguí en mi inspección: Buscaba el retrato y le hallé cuidadosamente envuelto en un papel muy usado.

La Princesa y sus amigas se encontraron de súbito detrás de una masa de verdura, al lado de la taza de topacio. Todo se cumplió como el ermitaño había dicho. Las tres estaban enamoradas; las tres eran castísimas o inocentes. Ni siquiera en el punto comprometido de dar el regalado y apretado beso sintieron más que una profunda conmoción toda mística y pura.

Despierta inmediatamente á Manolete y le das este fusil y que suba al corredor de la cocina de arriba para que, en todo caso, sus fuegos se crucen con los de Regalado. Despierta también á Linón y dale este trabuco y que me siga á la huerta. Yo voy en descubierta para ver si flanqueo al enemigo y le tomo por retaguardia.

Sin embargo, a medida que la amistad y confianza con su esposa crecían, la antipatía del Duque parecía desvanecerse. Sus atenciones con el esposo eran cada vez mayores, y en apariencia, más sinceras. Como supiese que Gonzalo era excesivamente aficionado a la caza, le hizo el obsequio de una magnífica escopeta que a él le había regalado el czar de Rusia.

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