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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Sus cálculos fríos se limitan a fusilar a un hombre, a azotar a un ciudadano; Rosas no se enfurece nunca; calcula en la quietud y el recogimiento de su gabinete, y desde allí salen las órdenes a sus sicarios.
Llegó á Buenos Aires el año de 1674, habiéndose portado en toda la navegación con grande ejemplo y edificación; y fué tal el que dió de su porte religioso en aquel puerto, que he oído á un sujeto, que ahora es de la Compañía y entonces era seglar, que no se cansaba de mirarle cuando salía fuera del colegio y se iba tras él sin acabar de admirar su silencio, recogimiento y compostura exterior y una modesta alegría que manifestaba en su rostro el espíritu del Señor, de que estaba lleno su corazón.
Qué momento tan solemne aquel, de recogimiento para el alma del viajero, de esperanza profunda y de temor supremo! Al dejar la playa arenosa donde quiebra sus hondas el majestuoso Magdalena, creía separarme de un inmenso tesoro.
Contemplando la tranquilidad de aquellas santas mujeres, su apacible recogimiento, la vaguedad aparente de sus formas corpóreas, aquel silencio de sus pasos que les asemejaba a simples creaciones de la luz en el fondo de la cámara obscura; contemplando aquella calma de sus rezos, que nadie oía, sentí envidia de los que sumergen su vida en la dulce sombra de un claustro.
Poco tiempo habría pasado en aquel recogimiento, cuando se abre la puerta, y un joven, vestido modestamente, pregunta por el corredor. Pepe, te he esperado inútilmente; te he visto pasar y he seguido tus huellas. Ya estoy aquí y sin un centavo; no tengo recursos. Ya le he dicho a usted que por ropas es imposible.
Sobre el puente de entrada, al pié de una de las enormes ruedas del vapor, estaba el cadáver en su ataúd, cubierto con la bandera británica enlutada, y desde allí hasta el interior se prolongaban dos filas dobles de oficiales y marineros, escuchando con recogimiento los salmos y las oraciones severas del oficio de difuntos.
Al pasar bajo las inmensas bovedas completamente umbrías del bosque que rodea al Castillo, se siente una especie de recogimiento que prepara el alma á la muda contemplacion de las maravillosas ruinas.
En los cañaverales cantaba un ruiseñor débilmente como anonadado por la belleza de la noche. Se deseaba vivir más que nunca; la sangre parecía correr por el cuerpo más aprisa, los sentidos se afinaban y el paisaje imponía silencio con su belleza pálida, como esas intensas voluptuosidades que se paladean con un recogimiento místico. Rafael seguía el camino de siempre, iba hacia la casa azul.
Esto me sucede también en mis horas de recogimiento místico; en mis meditaciones siento como un fuego dentro del corazón, cuya llama no puede salir del pecho; verdaderamente, Dios no necesita de mis palabras para comprender mis intenciones, pero yo desearía que el fuego que pugna por salir del pecho convertido en palabras, se deslizara poco a poco por mi boca en cantos de alabanzas, en acciones de gracias, en himnos y oraciones; y que después pudieran escribirse, para que por siempre fuera su gloria ensalzada como yo lo deseo en los misteriosos secretos de mi corazón.
No obstante, sin darse cuenta de ello, ese buen hombre trabajaba con cierto recogimiento, acallando los ruidos y con la puerta de la bóveda cerrada siempre discretamente, cual si abrigara el temor de despertar a alguno.
Palabra del Dia
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