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Actualizado: 30 de abril de 2025


«¡Ah, qué peso me quitas de encima de mi alma! exclamó la señora elevando las manos . El Señor le bendiga. Ya estamos en situación de hacer una obra de caridad, recogiendo a este desgraciado... ¿Ves? Dios en un solo punto y ocasión nos ampara y nos dice que amparemos. El favor y la obligación vienen aparejados. Hay que tomar las cosas como las dispone... el que menea los truenos.

Y Carmen recogiendo del suelo los billetes, fuése a llevárselos a doña Rebeca, que de cierto parecía que andaba algo malucha. Abril florecía.

Tan rápido fué este acto, que la joven, preocupada únicamente en tirar de su lazo, casi cayó del caballo al faltarle de pronto el apoyo de la resistencia. Watson se alejó, sacándose el fragmento de cuerda que envolvía aún sus hombros. Luego la arrojó, sin volver la vista atrás. Mientras tanto, la niña de Rojas seguía recogiendo su lazo, que se arrastraba blandamente por el suelo.

Ah, ya me parecía... Y recogiendo hacia ella un silloncito romano, se sentó cruzada de piernas, el busto tendido adelante, con la cara sostenida en la mano. Sigan; ya escucho. Contaba a Durán dijo Ayestarain, que casos como el que le ha pasado a Vd. en su enfermedad, son raros, pero hay algunos. Un autor inglés, no recuerdo cual, cita uno. Solamente que es más feliz que el suyo.

Sin aliento yacía en tierra la víctima, recogiendo sus faldas y sacudiéndoles la tierra, tentándose en partes diversas para ver si tenía sangre, fractura o contusión grave, mientras la Sanguijuelera, respirando como un fuelle en plena actividad, arrojaba los vencedores pedazos de caña y alargaba su mano generosa a la víctima para ayudarla a levantarse.

Mordíase el joven el dorado bigotito, y no replicaba, la cabeza y los ojos bajos. ¿Qué vas a hacer, entretanto? preguntó la señora, recogiendo, con un movimiento de hombros, el mantón, que se caía. Y Quilito, fríamente, contestó: ¡No se incomode usted, que yo lo que debo hacer! Cogió un billete de veinte nacionales y pidió permiso para guardarlo.

Eso prueba una conciencia tranquila. ¡Dios la bendiga!... Ahora, para darte el documento, deja caer sobre el rocío de esas monedas de oro que me fueron prometidas. Lord Gray dio algunas monedas a la vieja, recogiendo luego un papel que guardó en el seno. Después se levantó, dispuesto a partir conmigo. Vámonos le dije o estrangulo a esa maldita bruja.

Ester le dijo á Perla que corretease por la ribera del mar y jugara con las conchas y las algas marinas, mientras ella hablaba un rato con el hombre que estaba recogiendo hierbas á cierta distancia; por consiguiente, la niña partió como un pájaro, y descalzándose los piececitos empezó á recorrer la orilla húmeda del mar.

Cuando ya estaba a alguna distancia, se volvió y dijo en tono más alto: Si esa desvergonzada no estuviese haciendo porquerías con los señoritos, las vacas no saltarían del prado. Andrés se enfureció al oír esto, y recogiendo velozmente la escopeta del suelo, hizo ademán de apuntarle. En las aldeas, las armas de fuego inspiran un terror supersticioso.

Continuaba nevando, y todo lo vi negro por el cielo y blanco por la tierra, sin que turbaran la serenidad de aquel cuadro melancólico otros rumores que los del río, muy encrespado con los tributos de las pasadas celliscas y el que estaba recogiendo de la nieve que se deshacía a su contacto con él.

Palabra del Dia

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