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Actualizado: 16 de junio de 2025
Fortunata dijo con mucha calma y frialdad que no se llevaba el dinero y que sólo tomaría los réditos. «¿Cómo voy a colocarlo yo? Téngalo usted; yo guardo el recibo y vendré todos los trimestres a recoger el premio». Doña Lupe abrió tanta boca, que por poco se le entra una mosca en ella.
Había en sus palabras un dejo protector. Más vale así.» La estancia donde me hallaba era, sin duda, la sala de recibo o de espera. No grande, con una ventana de rejas a la calle, abierta a bastante altura, para que nadie se pudiese asomar sino con escalera.
El prudente viejo le exigió entonces un recibo, firmado por el mismo jefe de orden público, en el cual habían de consignarse todos los papeles que se llevaba, y este era el documento que don Pablo presentaba a la condesa. ¿Hay algo importante? preguntóle Butrón en voz baja, leyendo la lista al mismo tiempo que Currita. ¡Pchs!... Nada contestó esta.
Nuestra visita principió por el Recibo, donde sólo había que ver una gran chimenea, digna de competir con las llamadas de campana: tan enormes eran su tragante y su fogón.
Mi familia no quiere nada conmigo y ni siquiera responde á mis cartas. Recibo mi modesta pensión por medio de un banquero. He roto por ti con mi pasado y tengo derecho á tu porvenir. Vignot, el ilustre compositor, entusiasmado por su voz y por su estilo quería ajustarla en la Ópera para interpretar el principal papel en su nueva obra.
Fué a cerrar la puerta que su mujer dejó abierta, y acercándose a ésta le dijo con afectada naturalidad: El cajero me ha entregado hoy un recibo tuyo de quince mil pesetas.... Aquí está. Sacó la cartera y de ella un papelito satinado y oloroso, que presentó a su esposa. Esta lo miró un instante con semblante grave, sombrío, sin pestañear, y guardó silencio.
He depositado las ganancias en la caja del club dijo ella mostrándole el recibo . De noche no voy á llevarme tanto dinero á mi casa. Mañana vendré para pasarlo al Banco. Necesito que alguien me acompañe. Envíame al coronel: es hombre de guerra y debe tener revólver. Luego, acordándose de algo importante, su rostro tomó una expresión grave. Inútil es decir que mañana arreglaremos cuentas.
Pues verá usted.... Al recibir su carta primera, no pude ocuparme.... La aflicción no me dejaba pensar... Pero me acordaba de usted y decía: «Aquel pobre D. Juan, ¡qué amarguras estará pasando!...» Recibo la segunda esquela y entonces digo: «Ea, pues lo que es yo no le dejo en ese pantano.
Y después de rasguear y puntear el instrumento con no esperada habilidad, cantó con bronca voz, dirigiéndose á Pepa: Porque te quiero te digo que te registren el novio, porque no está de recibo. La chuscada causó gracia á todos menos á Frasquito, quien sacudió la cabeza malhumorado. Lo estaba también porque la conversación con su suegro tomaba un sesgo bastante desagradable.
Al día siguiente de llegar del convento, al pasar por delante de su despacho, le veo muy atareado con el pocillo de la tinta de China a un lado y el tiralíneas en la mano... ¡Vaya, cuadrito tenemos! dije para mí. ¡Ya verás, saleroso, lo que hago yo con tus litografías! Por la tarde me lo entrega con mucha ceremonia. Yo lo recibo con la misma y le doy un millón de gracias.
Palabra del Dia
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