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Actualizado: 10 de mayo de 2025


Pues veamos ahora como recibía la Ciudad á su Pendón Real, cuando regresaba victorioso de alguna expedición militar, con cuyo motivo desbordábanse el entusiasmo y alegría populares.

Era el tercer año de mi unión con Lea y la situación se había puesto más grave que nunca. Una locura completa se había apoderado de y debía conducirme á una catástrofe. Por lo general Lea no recibía en su casa más que hombres, convencida, con razón, de que la sociedad de las mujeres es inútil cuando no peligrosa.

Las señoras rodearon á la novia, oculta bajo un largo velo y la felicitaron con ardor. La señorita Guichard, apoyada en la chimenea, con el empaque de una reina, recibía los cumplimientos de la parte masculina de la reunión. Era la tal una mujer alta y delgada, de cara amarillenta á la que formaban cuadro unos cabellos de un negro azabache.

Todos los que en la ciudad se sentían tentados por el demonio de la literatura acudían á la Biblioteca para pedir consejo al ilustre maestro. Los recibía como amigos antiguos, y, arrastrado por su vehemencia verbal, dejaba pronto de ocuparse de ellos para hablar de su propia persona. Un día, el abuelo Hugo me dijo que....

Le parecía intolerable permanecer allí mientras ella estaba sola, aislada en un cuarto de hotel, aguardando con igual impaciencia el momento de la reunión. ¡Qué amanecer el de la partida! Rafael se avergonzaba viéndose descalzo; caminando de puntillas, como un ratero, por la sala donde su madre recibía a los hortelanos y ajustaba las cuentas del cultivo.

El título de Almirante en aquel Imperio no era tan supremo como lo fué entre nosotros, por que estaba sujeto al Megaduque, y de él recibia las órdenes. Mando el Emperador, que un insigne Capitan de Romeos que se llamaba Marulli, hombre de sangre y estado, fuese siguiendo las banderas de Roger con su gente, y Gregorio con la mayor parte de los Alanos hiciese lo mismo.

Mesía, por toda respuesta, se acercaba entonces a ella, le pisaba un pie; pero la del Banco le recibía a pataditas, con lo que daba a entender «que era tambor de marina» y que seguía dominando en ella el criterio que había presidido a la bofetada de la tarde anterior.

Y en el momento en que recibía el merecido sermón de su capitán, Juan se decía: ¡La más linda es madama Scott! La maniobra se divide todas las mañanas en dos partes, con intervalo de diez minutos, durante los cuales los oficiales se reúnen a conversar. Juan se mantuvo separado, solo, con los recuerdos de la víspera.

Recibía tan sólo la imagen borrosa de los objetivos diversos que iban pasando, y lo digo así, porque era como si ella estuviese parada y la pintoresca vía se corriese delante de ella como un telón.

A todos recibía con los brazos y el corazón abiertos y para todos tenía no solo las hermosas palabras, sino la ayuda de su experiencia y aun de sus modestos recursos. Su fisonomía moral se caracterizaba por la más absoluta honestidad en todos los actos de su vida y por el mayor desprendimiento de sus propios intereses en favor del ideal a que había consagrado su existencia, la libertad de Cuba.

Palabra del Dia

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