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La señora Hellinger, que recibía los pésames y ensalzaba con gran refuerzo de lágrimas y de pañuelo las virtudes de la difunta, se reveló de improviso, en medio de su dolor, ama de casa previsora y de primer orden.

Doña Luz sólo recibía a D. Anselmo, a quien ni como a médico consultaba cosa alguna, y a doña Manolita, con quien esquivaba toda conversación sobre su marido, sobre su herencia y sobre la repentina enfermedad que ella había padecido. La índole de doña Luz parecía muy cambiada. Andaba siempre melancólica y taciturna.

Fernando VII acababa de jurar en Cádiz la Constitucion de 1812, y á fines de Marzo Morillo recibia esta noticia proponiéndose, segun manifiesto fecha 11 de Abril, el restablecimiento de la paz por medio de una reconciliacion fraternal entre España y la República de Colombia.

En comprobación de este aserto contaba D. Fadrique varias anécdotas, entre las cuales ninguna le gustaba tanto como la del bolero. D. Fadrique bailaba muy bien este baile cuando era niño, y D. Diego, que así se llamaba su padre, se complacía en que su hijo luciese su habilidad cuando le llevaba de visitas ó las recibía con él en su casa.

La mano izquierda de Paz, cuando recibía de la derecha una nueva onza ó doblón, se cerraba, apretando los robustos dedos y aferrándose sobre el oro con la firmeza y el ajuste de una máquina. Al fin iban desapareciendo del suelo las áureas piezas. Quedaban cuatro, tres, dos; quedaba una.

Un hombre, que Daroca se llamaba, Que del Perú sacó en su compañía El Obispo, en el pueblo publicaba Contra el Obispo mal en demasía: Mil cosas en escrito denunciaba Al Cáceres, que bien las recibía: Con que publican todos por estenso, Que el bueno del Obispo está suspenso.

En lugar de muestras de desconfianza y recelo, Stein recibía de los amigos del personaje enhorabuenas cumplidas y pruebas de aprecio y admiración; y él, volviendo a su natural modesto y tímido, respondía a todos con cortesías. Pero quien se estaba bañando en agua rosada era la tía María. ¿No lo decía yo? repetía sin cesar a cada uno de los presentes , ¿no lo decía yo?

Las fuerzas me faltaban; entonces vi caer la mano del clérigo sobre la pareja que recibía su bendición y caí desmayado. Todo había concluido para !... ¡Valentina no me pertenecía ya... la había perdido!

¡Blasfemia! ¡suposición negra que sólo puede engendrar los celos, que con llamarse celos está dicho que son locos! vos no debíais haber llegado hasta el punto de informaros de lo que pasa en la casa de esa mujer. Tengo el presentimiento de que mi marido está con ella. ¿Pero no sabéis nada de cierto? Sin embargo, esa mujer no estaba en casa... es decir, no recibía á nadie.

Así el trigo recibía mejor sabor, y aunque por fuera quedaba seco, guardaba por dentro algo del líquido, y se esponjaba y crecía en peso y en volumen.