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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Los continuos y repetidos avisos que sucesivamente recibia de estos graves acontecimientos el Exmo. Señor D. Juan José de Vertiz, Virey de Buenos Aires, le determinaron á desprenderse de algunas tropas, sin embargo de las pocas fuerzas con que se hallaba para atender á las necesidades y recelos que ocasionaba en todas aquellas costas la guerra con los ingleses.

Aquella noche que Rocafort estaba preso, fué toda inquieta, y llena de recelos. A la mañana ya pareció que habia mas sosiego, porque supieron que Rocafort, y su hermano estaban vivos.

Nolo permaneció un instante fuera. Luego, en vez de tomar el camino de la Braña, se salió de la aldea á toda prisa por el extremo opuesto. Buscó el sendero del monte y se emboscó por los castañares que en aquella hora estaban lóbregos y medrosos. El mozo los atravesaba con paso vivo y resuelto, más emboscado aún en sus propios pensamientos y recelos.

Mascaba firme, bebía seco, y tenía los ojos fijos en el plato, cuando no en las vigas del techo; jamás en sus comensales. Tan deshecha y acabada le parecía al capellán la señorita, que un día se atrevió, venciendo recelos inexplicables, a llamar aparte a don Pedro, preguntándole en voz entrecortada si no sería bueno avisar al señor de Juncal, para que viese....

Los Capitanes trataron con el nuevo General cual sería la más conveniente y provechosa empresa, y resolvieron de comun parecer de ofrecerse al Emperador de los Griegos Andronico Paleólogo casi oprimido de las armas de los turcos; porque á mas de que Andronico se tenía por cierto que buscaba socorros de naciones extranjeras, dudoso de la fidelidad de los suyos, era Príncipe que tenía poca correspondencia con el Papa, á quien Roger temia por haber maltratado en tiempo de guerra las Provincias de la Iglesia, y siempre vivía con recelos de que el Papa pidiese á Don Fadrique su persona como de Religioso Templario, para vengarse de él entregándole á su Maestre y Religion.

ABIND. A tu servicio, y que fuera Muerto, aquí vida tuviera, Mi cielo hermoso y sereno. JARIFA. ¿Cómo has pasado mi ausencia? ABIND. Como sin ti, mi Jarifa; Que es donde batalla y rifa El seso con la paciencia. No me han faltado recelos, Miedos y desconfianzas. JARIFA. ¿Miedos de qué? ABIND. De mudanzas, Hijas de olvidos y celos. Pero volviéndome a ti Todo quedaba seguro. , ¿estás buena?

Muerto el Duque, y los que iban en su tropa, quedó lo restante del campo lleno de miedo y confusion, porque ya los Catalanes y Aragoneses les habian acometido por diversas partes; y los Turcos, y Turcoples satisfechos de sus recelos, viendo que los nuestros degollaban la gente del Duque, salieron de refresco contra ella, y dieron cumplimiento á la victoria.

La niña le acompaña añadí, a pesar de serme completamente desconocida la identidad de la persona a que me refería. ¿Y bien? preguntome. Y si están en Londres, no es seguramente con buenas intenciones. ¡Ah! exclamó. ¿Blair le ha dicho a usted algo... le ha manifestado sus recelos? Ahora, al último, se había apoderado de él el temor de que lo asesinaran secretamente el día menos pensado contesté.

Con esta plática Roger aseguró su crédito, y los Catalanes satisfechos de sus sospechas, y así con el reconocimiento que siempre, le dieron disculpa de los recelos mal fundados de algunos.

Conste, pues, que meditó largo rato, y que después apareció como ensimismado y lleno de confusiones. ¿No se habían disipado sus recelos? Sin duda no. De su talante sólo puede decirse que tan pronto parecía muy alegre como muy triste.

Palabra del Dia

ciencuenta

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