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Actualizado: 26 de junio de 2025


Es una chica razonable, que sólo desea tornar al buen camino; vamos a llevarla a comer y usted le sermoneará lo que sea necesario...» Le juro que había tomado en serio mi papel de bienhechor; por otra parte, la tarea era fácil: la joven Elisa tenía una cara apicarada y un cuerpo delicioso y carnosito. Hubiera usted pensado que contaba por lo menos veinte años. ¡Tan hermosa y robusta parecía...!

Cecilia no es bonita ni es fea; es una mujer pasable. Siempre he creído que éstas son las más a propósito para esposas. En las cuatro o cinco veces que he hablado con ella en casa de las de Saldaña, la he encontrado muy simpática y muy razonable, franca y modesta. Sus amigas hablan todas bien de ella. Es un dato importantísimo que los hombres no tienen en cuenta bastante al casarse.

Yo lo creo, me contestó, como que es el manto de la Magdalena. ¡¡Pero, señora, le dije con cierta gravedad, el manto de la Magdalena sobre los hombros de una mora!! Ca, no señor, si mañana han de bautizarla. La contestación me pareció tan razonable, y sobre todo fué dicha con tal naturalidad, que comprendí sería perder el tiempo añadir una palabra más en el asunto.

Dentro sonaban lamentos, consejos dichos con voz enérgica, un rumor de lucha. Era Pepeta queriendo separar á Teresa del cadáver de su hijo. Vamos... había que ser razonable: el albat no podía quedar allí para siempre; se hacía tarde, y los malos tragos pasarlos pronto.

Cuando el grupo de gente de la Pola, en cuyo centro venían el gaitero y el tamborilero, desembocaron en la plazuela, se hallaba ya ésta poblada de hombres, de mujeres y niños, aunque todavía predominasen éstos. Linón de Mardana se dirigió con su tridente á la gran pirámide de árgoma, tomó de ella una razonable cantidad, la colocó en el centro y dió fuego.

Sorege tenía la convicción de que Lea estaba en su casa y no quería abrir y veía claramente que entraba en lucha con él y estaba ganada por sus adversarios. Palideció de cólera, pero resistió las ganas que tenía de echar la puerta abajo de un puntapié y entrar por fuerza. El gentleman de los guiñapos y del sombrero de copa, que había dejado de lavar, le hizo ser razonable.

Tu desesperación no es razonable. Lo que temes, no sucederá. ¡Oh, Dios sea loado! exclamó la joven con una risa nerviosa . Tenía razón en confiar en vuestro maravilloso poder. ¿Habéis convencido a mi madre? ¿Ya no iré al convento? ¿Puedo quedarme con vos? ¡Oh! ¡Gracias, gracias, mi ángel bueno! Siéntate, Elena dijo la viuda conduciéndola hasta una silla , y trata de escucharme con calma.

En su egoísmo infantil de hombre sano y musculoso, había llegado a considerar a su cuñada como un ser pasivo, razonable y frío, admirable para aconsejar y dirigir a los demás, un ser superior, si se quiere, pero incapaz de sentir aquellas cóleras, aquellas alegrías, aquellas pasiones insensatas que alteraban a los caracteres débiles como el suyo.

Pero salía del atolladero por un esfuerzo de su cabalgadura y un milagro de la Providencia, y hasta que se metía en otro más apurado no volvía a ser cuerdo ni razonable.... Así nos hizo Dios, y no hay que darle vueltas. De vez en cuando se distinguía una luz muy a lo lejos. ¿Es allí? preguntaba con ansia el candidato, que ya no podía sostenerse en el caballo, de frío, de miedo y de cansancio.

Como en un lugar de refugio y de olvido dejándose ver muy poco, no recibiendo a nadie, no se explicaba su conducta más que por causa de desesperación, puesto que se trataba de un hombre todavía joven, rico, en quien era razonable suponer, si no grandes pasiones, a lo menos vivos ardores de carácter muy diverso.

Palabra del Dia

consolándole

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