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Actualizado: 17 de noviembre de 2025
Levantaron, pues, el rancho, y diéronle a Andrés una pollina en que fuese; pero él no la quiso, sino irse a pie, sirviendo de lacayo a Preciosa, que sobre otra iba, ella contentísima de ver cómo triunfaba de su gallardo escudero, y él ni más ni menos, de ver junto a sí a la que había hecho señora de su albedrío.
En este último pueblo descansamos un par de días, al cabo de los cuales volvimos á pisar la casa Real de Tayabas. Costumbres. Aprobación de actas. Un Gobernadorcillo electo paseando por Manila. El sastre municipal. Los faldones del frac, el sombrero de copa, la camisa de chorreras y el bastón. Vajilla, lámparas y rancho. Diez varas de glasé y diez de gró. Los caballeros utraques.
Manos Duras iba ahora á todas partes con unos amigos suyos de la Cordillera que estaban alojados en su rancho: gente mala y poco temerosa de Dios. ¡A saber lo que traerían entre manos!... También le había indicado, en su diálogo á la puerta del corral, que tal vez hiciese pronto un largo viaje, y esta era la razón de haber venido á molestar á la señora por si quería mandarle algo.
Sólo los libres ó solteros se juntan de noche á bailar entre sí y á tocar junto á su Rancho, y de aquí van continuando la danza por los caminos de esta manera: hacen una gran rueda y en medio ponen á dos que tocan las flautas á cuyo compás canta y da vueltas toda la rueda sin mudanza alguna; detrás de los hombres hacen otro semejante baile las mujeres, y estos bailes duran dos ó tres horas, hasta que cansados se echan á dormir.
Tenía aterrados a muchos de los emigrantes con sus amenazas y explosiones de mal humor. Otros admirábanle por la insolencia con que protestaba a gritos de la calidad del rancho y de todos los servicios del buque, atreviéndose a insultar a los oficiales, que no podían entenderle.
Desde antes de terminar el concierto habían hecho rancho aparte, en un rincón de la sala; y allí estaba la alemana enseñándole el alma, y un poco, bastante, de la blanquísima pechuga, al acaramelado mayordomo, futuro administrador de la fábrica de productos químicos.
Los preparativos para la fiesta estaban en lo mejor. Allá atrás del rancho, formado por una pieza grande de paja quinchada había un remedo de otra, formada por cuatro cueros de potro y algunas ramas mal atadas, que pomposamente se denominaba con el simpático nombre de la cocina.
Aquella tarde, al salir de los talleres, vieron las operarias, colgado cerca del quicio de la puerta, el cartel de rigor: «Habiendo sido cogida con tabaco en el acto del registro la operaria del taller de cigarros comunes, Rita Méndez, del partido núm. 3, rancho 11, queda expulsada para siempre de la Fábrica. El Administrador Jefe, FULANO DE TAL».
¿Tú? ¿tú? dijo el caballero sin poder sosegar la risa. Tú nunca has servido más que para hacer el rancho al escuadrón. El furor del fraile no tuvo límites al escuchar esto. Gritó, pateó, dio espantosos puñetazos sobre la mesa. Por último, lanzose hacia la puerta y desde su marco comenzó con descompuestos ademanes a apostrofarle.
Los caballos vieron cómo el hombre volvía precipitadamente a su rancho, y tornaba a salir con el rostro pálido. Vieron también que saltaba el alambrado y se encaminaba en dirección de ellos, por lo cual los compañeros, ante aquel paso que avanzaba decidido, retrocedieron por el camino en dirección a su chacra.
Palabra del Dia
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