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Actualizado: 24 de julio de 2025


Tomaba carrera para atravesar el pequeño túnel, hacía temblar con su peso la rampa de tablas, pero apenas entraba en aquél, caía la compuerta delantera, y antes de que pudiese retroceder escurríase también la de detrás.

Los remos habían tocado ya el agua, y aun permanecía la lancha atracada á la rampa, y sujeta á ella por un cabo que tenía entre sus manos, por el extremo de tierra, un viejo patrón que contemplaba atónito la escena. ¡Suelte! le dijeron desde la lancha más de una vez, con débil y trémula voz.

Tres disparos de carabina partieron a la vez; el hábito azul del reverendo flotó un instante, y después ya no se vio nada, nada... ni caballos, ni hombres, ni fraile... nada más que olas espumosas que habían invadido ya la primera rampa del sendero e iban a estrellarse con gran estrépito contra la segunda. Sólo el gitano se había salvado.

Dos de ellos dan á la parte donde subíamos, sirviendo el uno de entrada á la rampa, y el otro como de balcón, desde el cual se tocan con la mano los bermejos frutos de los naranjos del compás, y se descubre, al través de sus ramas, un elegantísimo ángulo de la contigua iglesia, de perfecto estilo gótico, cuyas gentiles ojivas, esbeltos juncos y erguidas agujas, todo ello de una resistente piedra dorada por los siglos, infunden en el ánimo, en medio de aquellas abandonadas ruinas, arrogantes ideas de inmortalidad.

Los oficiales, detrás de los fugitivos, les golpeaban con los sables de plano, y como los tiros les iban a los alcances, acabaron huyendo con tanta precipitación como orden habían empleado a su llegada. Materne, de pie en lo alto del talud y acompañado de cincuenta hombres, blandía la carabina y reía con la mayor satisfacción. En la parte inferior de la rampa se arrastraban masas de heridos.

¡Fuego! ¡por Santiago! ¡Fuego! Tirad sobre el caballo y sobre la pluma blanca, y sobre el mismo bandido gritaba el oficial al que se distinguía perfectamente, porque su tropa se había parapetado detrás de una rampa, y desde allí hacía un fuego nutrido y continuo sobre los contrabandistas.

No tenían mas que levantarse para ver el camino a cincuenta pasos por debajo de ellos, al extremo de una rampa suave. La llegada de Hullin causó una satisfacción general. ¡Eh, señor Juan Claudio!, ¿cuándo vamos a empezar? Pronto, hijos míos, no tengáis prisa; antes de una hora habrá comenzado la partida. ¡Ah! ¡Tanto mejor!

Por la parte baja de la rampa se oían gritos horribles, y cuando se miraba por encima se veían bayonetas de punta y hombres a caballo. Aquel choque duró más de un cuarto de hora. Nadie sabía lo que los alemanes pretendían hacer, puesto que no podían forzar el paso; pero, de improviso, decidieron retroceder.

El dolor tiene su fascinación como el placer, y las lágrimas seducen lo mismo que las sonrisas. Tomé, pues, el sombrero, y me largué al Muelle. Una apiñada multitud de gente de pueblo se revolvía, gritaba, lloraba é invadía la última rampa, á cuyo extremo estaba atracada una lancha.

El doctor, que remontaba, bufando de angustia, esta rampa interminable, sintió de pronto que crujía bajo sus pies é iba á romperse definitivamente, haciéndole caer de una altura igual á doce ó quince veces la longitud de su cuerpo. El terror le hizo pedir socorro con chillidos de angustia.

Palabra del Dia

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