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Allí, la voz de bronce de la disciplina tuvo que sonar más de una vez para impedir que el rápido cruzar de palabras irónicas en el salón se convirtiese, en la calle, en el centellear de las espadas.

Maltrana, extrayendo un revólver de su encierro, montaba la llave y lo puso en la mano del barón, alejándose luego hacia el otro combatiente. Gómez dio un consejo rápido al belga, que quedaba en guardia con el arma en alto. Compañero, apunte a los pies. Yo conozco los revólveres; siempre envían la bala por arriba. Créame: a los pies... siempre a los pies, y hará carne seguramente.

El movimiento que hice fue tan rápido, tan imprevisto, añadió tanto ardor a mi acento, de por muy decisivo ya, que Magdalena sintió que él llegaba a su corazón y lo conmovía y palideció. yo en lo más hondo de su pecho como una dolorosa exclamación angustiosa que expiró en sus labios.

Me acerqué a examinarlos y, aunque disto de ser inteligente en pintura, me parecieron horrendos mamarrachos. Por una de las puertas vi salir a Villa, y me acerqué a él. ¿Al fin pudo usted llegar a la cocina? le pregunté riendo. Al fin. Nada más que un achuchón rápido ahí en el pasillo, ¿sabe usted? Aproveché el momento en que Pepita hablaba con ustedes. Estuve largo rato con Joaquinita.

Después, rápido, se revolvió... y yo me estremecí a mi pesar... La segunda vez, me dijo con la misma voz, con la misma mirada, sonriéndome y saludándome con la mano derecha: Por usted también, señora, y en honor de esa boca encarnada, purpurina como el coral.

De pronto, se levantó, me asió, rápido como el rayo, por la cintura, y en el mismo instante me sentí suspendida sobre el agua. Lo miré riéndome. ¡Cómo!... ¡Cómo!... dijo. ¡No hay de qué reírse! Si te dejara caer... Me ahogaría... Pues bien, ¡déjame caer! No. Antes quiero que me confieses algo. ¿Qué? ¿Por qué no puedes sufrirme? Respiré profundamente.

Y cumplió la orden, haciendo un gran esfuerzo sobre misma. Descansó unos momentos contra la pared, pasose la mano por la frente y se encaminó con paso rápido hacia su casa, seguida de la doncella, que no había podido obtener respuesta a ninguna de sus preguntas. Aunque se sentía muy mal, se empeñó en esperar a su padre.

Seré su mujer, Cristián, cuando pueda usted casarse conmigo con la aprobación de todo el mundo. Esté usted tranquila, María, y usted también, señora; ese momento no se hará esperar. Todos eran felices y Marenval saltaba de gozo, atribuyéndose toda aquella alegría. El tiempo pasaba rápido y ya declinaba la tarde cuando la madre y la hija se decidieron á dejar á Jacobo.

La villa se formó durante la construcción del camino de hierro que atraviesa el Istmo; los yanquis derramaron el oro en grande, pero, como los franceses de hoy, poblaron también los cementerios. Al primer golpe de vista se ve la intención de sus habitantes, el deseo de lucro rápido, flotar ante los ojos.

Con ese criterio la acción más noble y generosa resulta despreciable y lo mismo podrías pensar de otro maquinista que, al entrar con un tren rápido entre las quintas de Flores, vio un pequeño bulto en la vía, que a la distancia le pareció un perro; pero cuando estuvo casi encima, a pocos metros, vio que era una criatura, y sin tiempo material para parar la máquina pasó en dos brincos hasta el miriñaque y al llegar a la niñita, la levantó en alto con una mano, salvándola de una muerte segura.