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Actualizado: 7 de junio de 2025


Se alejó con paso rápido, como de una bomba de dinamita, y poco después se detuvo y comenzó de nuevo a reflexionar. «Lo mejor sería escribirle a esa muchacha. Naturalmente, sin firmar. En esta forma, por ejemplo: «Señorita, un hombre a quien ha tomado usted por un espía...» Y seguir así, punto por punto. Sería tonta si no me creyese

Más de una vez, durante aquel rápido relato, Catalina había lanzado, a pesar suyo, un grito de admiración y de triunfo; pero luego, calmada y llamada a silencio por la viuda, se puso a llorar, y lágrimas de felicidad corrían por sus mejillas, en la obscuridad. Calmaos, Catalina, el tiempo para es precioso dijo la viuda . ¿Comprenderéis ahora por qué vengo aquí?

El parque estaba atravesado por un arroyuelo angosto y rápido, y a cierta altura de su curso, se ensanchaba y formaba una cascada que al caer entre piedras hábilmente dispuestas, tomaba un aspecto imponente y pintoresco. A pocos pasos de la cascada, cayó una vez un árbol con las raíces en una margen y la copa en otra.

El ferrocarril, nivelando el terreno y acortando inmensamente las distancias y el tiempo, ha suprimido la peregrinación y el viajero es una especie de Asmodeo que no alcanza á contemplar lo que se le presenta al lado del rápido vagon.

Aquel pariente de su cuñado prometía ayudarle, y él, con los restos de su fortuna, podía intentar en América algo fructuoso y de rápido éxito. Fernando insistía especialmente en la rapidez de su viaje. Asunto de un año, o dos cuando más; y aún así, podría ir y volver algunas veces.

Los equipajes ya están cargados, niño; pero, ¿sabe?... el baúl grande no puede ir en este tren; pero va más tarde. ¿Por qué? No qué me dijo el jefe, de que no hay furgón de encomiendas, porque dice que es rápido de pasajeros. Traiga la valijita. Toma, ¿y dónde está Melchor que no lo veo? Ahí viene con D. Ricardo.

Se enteró de lo ocurrido por un periódico de la tarde, a hora que era ocioso intentar nada; pero aquella noche, entre la angustia del insomnio y el dolor de la desesperación, decidió averiguar lo que pudiese, sin que la detuvieran miramiento alguno ni resto de vanidad ofendida. ¿Qué medio emplearía? Cualquiera: el más rápido sería el mejor.

, ; tienes que perdonarme, exclamó Ester arrojándose junto á él sobre las hojas del suelo. ¡Castígueme Dios, pero tienes que perdonarme! Y con un rápido y desesperado arranque de ternura le rodeó el cuello con los brazos y le estrechó la cabeza contra su seno, sin cuidarse de si la mejilla del ministro reposaba sobre la letra escarlata.

Tal vez su mayor valer, su más substancial significado no está en ella misma, sino en el acento con que se pronunció, en el gesto fugitivo de que fué acompañada, en el mirar suave y rápido, en un relámpago instantáneo de los ojos, cuando la palabra brotó de los labios. En lo escrito no hay nada de esto.

Bien pertrechado de esta fuerza de voluntad, que procuraba administrarse a grandes dosis por medio de oportunas reflexiones, caminó con paso rápido la vuelta del Molino, cruzando el pueblo y entrando en la cañada. Después de marchar algún trecho por ella, vio a lo lejos, no muy apartada de la casa de Tomás, a una mujer que iba en la misma dirección con una herrada sobre la cabeza.

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