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Actualizado: 7 de mayo de 2025


Poco faltó: lo dejé, porque como tengo seis o siete huéspedes jóvenes, y ella es tan guapa, me dije: se va a armar aquí una que ni la Inclusa en diciembre. ¿Por qué dices eso? Porque nueve meses después del Carnaval es cuando llevan más chicos. ¿De modo que no os arreglasteis? Además, naturalmente, siendo bonita, tendrá sus aventuras. Quiá, no señor. ¡Si vive allí que parece una monja!

Cartas al Soberano, al Santo Padre, a los embajadores y ministros. Por ahí empiezan muchos. ¡Quia!; no, señor. Escribía decretos, leyes y reales órdenes. Aunque al salir de su cuarto cerraba siempre, yo hallé una noche medios de abrir, y vimos todo.

¿No conoce usted a nadie que conozca a alguno de los magistrados? Le digo a usted que no. ¿Ni siquiera a un mal portero? Aguarde usted.... ¡Pero quiá! Siga usted, siga usted... Calle usted, hombre, ¡qué majadería!

Yendo a mendigar, tal vez; con las manos llenas de paquetes, chucherías y regalos... ¡quiá! ¿Y tuvieron la poca?...

¡Quia! el conde de Lemos estaba en Alcalá; por la mañana, antes del alba, salía de allí, y por trochas y sendas llegaba hasta mediar el camino de Madrid; yo he ido á llevarle muchas veces cartas de don Baltasar de Zúñiga y del secretario Céspedes, y de otros varios; el conde esperaba que de un momento á otro le levantasen el destierro; por la tarde se volvía, y ya de noche entraba otra vez en Alcalá.

Simoun había desaparecido, nadie le había visto. ¡Puñales! dijo el P. Camorra; ¡que tacaño es el americano! Teme que le hagamos pagar la entrada de todos en el gabinete de Mr. Leeds. ¡Quiá! contestó Ben Zayb; lo que teme es que le comprometan. Habrá presentido la guasa que le espera á su amigo Mr. Leeds y se desentiende.

Pero ¡quiá! esta mujer ha cedido porque se ha enamorado de . Además, ha llegado a mis manos... como nieve recién caída..., intacta. Lo dicho: acabar de una vez, pero portándome como quien soy. La cosa sale cara: ¡bah! cada uno lo gasta como le da la gana. No tengo potros de carrera, ni bebo, ni compro antiguallas, ni juego. Mujeres, eso . Bueno, ¿y qué? ¿en qué mejor?

Tan inaudito resultaba esto para el pobre tío Barret, que sonrió con incredulidad. Eso podría ser para los tramposos, para los que no han pagado nunca; pero él, que siempre había cumplido, que nació allí mismo, que sólo debía un año de arrendamiento... ¡quiá! ¡Ni que viviera uno entre salvajes, sin caridad ni religión!

Veo que eres una persona razonable añadió sintiéndose consolado con mi aprobación ; veo que tienes miras elevadas y patrióticas... Pero Paca no ve las cosas más que por el lado de su egoísmo; y como tiene un genio tan raro, y como se le ha metido en la cabeza que las escuadras y los cañones no sirven para nada, no puede comprender que yo... En fin... que se pondrá furiosa cuando vuelva, pues... como no hemos ganado, dirá esto y lo otro... me volverá loco... pero quiá... yo no le haré caso. ¿Qué te parece a ti? ¿No es verdad que no debo hacerla caso?

LA ENFERMERA. ¡Simple divergencia de métodos y de autoridades...! Tranquilícese... Como cada una de estas damas quiere afirmar su supremacía sobre la otra, los enfermos están mejor cuidados. SITA. Es usted muy indulgente. Adivino que seremos amigas. LA ENFERMERA. ¡No se haga ilusiones...! SITA. ¡Quia...! Mi corazón no me engaña nunca.

Palabra del Dia

hociquea

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