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Actualizado: 7 de mayo de 2025


¡Ay!, yo iba a ver si te sacaba la cartera sin que me sintieses... Vaya con la descuidera... ¡Quia!, si no ... Esto quien lo hace bien es Guillermina, que le saca a Manolo Moreno las pesetas del bolsillo del chaleco sin que él lo sienta... A ver... Jacinta, dueña ya de la cartera, la abrió. ¿Te enfadarías si te quito este billete de veinte duros? ¿Te hace falta? No por cierto.

¿En la postura que yo digo? ¡Quiá!; no, señor. Estoy de baile, como iba el domingo cuando usté nos encontró junto á la fábrica del gas. Por cierto que no quiso usted mirarme. ¡Como iba usted tan entretenida!... ¡Si éramos ocho ó nueve! ¡Pero qué nueve, Teresa! Parecían ustedes un coro de Musas. Usté siempre poniendo motes á todo el mundo.

Et post hæc decidit in lectum, et cognovit quia moreretur. Influencia del corazon sobre la cabeza. Causas y efectos. A cada paso se observa la mucha influencia que sobre nuestra conducta tienen las pasiones; y el insistir en probar esto, seria demostrar una verdad demasiado conocida.

Pero, ¡quiá!: los alzados no detienen nada, y todas las peripecias de mi viaje desde la siempre fiel á la siempre rebelde se redujeron á tres ó cuatro momentos de pánico, pronto disipado, y á una serie que parecía interminable de escenas cómicas, la primera de las cuales se desarrolló en Villanueva y la última en la estación de esta ciudad.

Pero, ¡quia!, no se rendía; y vuelta al ajuste de cuentas, y al inquirir, y al tomar acta de todos los pasos que el predilecto daba por entre los peligros sociales. En honor a la verdad, debo decir que los desvaríos de Juanito no eran ninguna cosa del otro jueves.

Está empeñado hasta los ojos, y el día en que los acreedores se echen encima, no tendrá camisa que ponerse. La pobre Milagros es muy buena, es un alma de Dios; pero hay que reconocer que es muy gastadora. Si le ponen mil duros en la mano, se los gasta en un día como si fueran cien reales. Yo le doy consejos, lo predico, le trazo un plan, un método; pero ¡quia!, es inútil.

Si al menos la dejara salir a la calle siempre que ella quisiera indicó Relimpio embuchándose el café, mientras el otro se rompía las mandíbulas para sacar humo del duro cigarro Pero quia, quia. Tiene que valerse de mil tretas para salir. La pobre lleva ya tres meses de esta vida y no cómo aguanta. ¿Al teatro?

Fortunata, Fortunatita, abra usted los ojos, y no se nos muera así tan tontamente... Le traeré el Viático, si quiera la Santa Unción... ¡Eh!, hija, chica... Quia, no se entera... Esto está perdido.

¡Memento, homo, quia pulvis es! murmuró el P. Irene sonriendo. ¡P ! soltó Ben Zayb. El tenía preparada la misma reflexion y el canónigo se la quitaba de la boca. No sabiendo qué hacer, prosiguió Mr. Leeds cerrando cuidadosamente la caja, examiné el papiro y dos palabras de sentido para desconocido.

Pero tu amo y el señorito Pepe no han reñido. ¡Quiá! ¿No ve Vd. que los dos están convencíos de que la culpa es del cura? A la madre la tié tonta a fuerza de rezos... ¡Ya sabe el señor Pepe a qué atenerse! ¡ que son motivos de disgusto!

Palabra del Dia

ciencuenta

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