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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Nisi utile est id quod facimus, stulta est gloria ha dicho Baglivio. ¿A dónde vamos nosotros, a ver, dígalo usted si lo sabe? A buscar a doña Ana que estará... poniéndose perdida.... ¡Quiá perdida! ¿Cree usted que son tontos? De fijo están a techo.... ¿Cree usted que han de estar papando... arañas y nadando como nosotros? ¿Además no tienen pies para volverse a casa? ¿No saben el camino?
Deus enim cognoscendo se, cognoscit omnem creaturam. Verbum igitur in mente conceptum est representativum omnis eius, quod actu intelligitur. Unde in nobis sunt diverso verbo, secundum diversa, quæ intelligimus. Sed quia Deus uno actu et se, et omnia intelligit, unicum verbum eius est expressivum, non solum Patris sed etiam creaturarum.
¿Esta noche? ¡Quia! ¿Cómo ha de venir esta noche? ¿Pues qué hay esta noche? Lo gordo dijo Pinilla con misterio. Pero, ¡bah!, usted lo sabe mejor que yo. Si es su sobrino.... No, no sé nada dijo Lázaro sorprendido. ¿Pero no le han designado á usted su puesto? ¿No le han dicho lo que ha de hacer? ¿No trabaja usted como todos en esta gran obra? ¿Qué obra? Esta noche, amigo, esta noche es ella.
Díjolo en tono tan sincero y sencillo, que el médico amainó por algunos instantes. Si todos fuesen como usted, don Julián.... Yo soy el último, el peor. No se fíe usted en apariencias. ¡Quiá! Los demás son buenas piezas, buenas..., y ni con la revolución hemos conseguido minarles el terreno.... Le parecerá a usted mentira lo que amañaron estos días para dar gusto a ese bandido de Barbacana....
Fue un dolor... ¡ah! por ser valiente, ¡por empeñarse en salir en una descubierta! Era un hombre tan patriota, que por salvar a su querida Francia, habría dado él cien vidas que tuviera... Pero vamos al otro, a ese solterón estragado... Cuando enviudé, dije: «Pues ahora, si de veras le gusto...». ¡Quia!
No sé el tiempo que trascurrió entre aquel segundo quisiera y un discreto golpecito que me dio doña Cándida en la rodilla... «¿Está usted distraído?» me dijo. No, no, quia, señora... estaba oyendo a don Manuel, que... Si D. Manuel ha salido a la terraza. Es Serafinita de Lantigua que cuenta la muerte de su marido. Estoy horripilada... ¡Ah!, yo también... horripiladísimo.
¿Ha estado usted malo? ¡Quiá! ¿quién? ¿yo? ¡ni pensarlo! Pues qué, ¿tengo mala cara? Dígame usted con franqueza... ¿tengo mala cara?... Pálido... ¿tal vez? ¿pálido?... No, no, nada de eso. Pero... se me figura que está usted menos alegre, preocupado... qué sé yo.... Don Víctor suspiró otra vez. Tras una pausa preguntó, con tono quejumbroso: ¿Ha leído usted eso? ¿Qué es eso?
TERPSY. ¡Es cierto...! ¡Me abandonaste cochinamente hace veinte años...! ¡Pero tuve tiempo de perdonarte...! ¡Te di los mejores años de mi juventud, bandido...! ¡Y no lo siento...! ¡Quia...! ¡Cuánto me alegra que hayas venido...!
En la escena primera vemos á Eugenia, maestra de filosofía en Alejandría, reflexionando en su estudio sobre las palabras de la epístola de San Pablo: Nihil est idolum in mundo, quia nullus Deus est nisi unus.
Estoy desvelada pensando en esa... Valiente mocosa se nos ha posado encima. Quia, quia, mujer. Es una huérfana... ¿Es mi casa hospicio? Nos va a arruinar esa... Dios me perdone el mal juicio; pero creo que acabará mal tu dichosa ahijadita. No le gusta trabajar, no hace más que emperifollarse, escribir cartas, pasear y lavarse.
Palabra del Dia
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