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; ... no puedo continuar manteniendo estas relaciones secretas contigo.... Escosura ya está advertido y se ha ofendido mucho con razón.... Además, me parece feo el tener dos amantes.... Eso queda para Lola Madariaga. Hasta ahora he pasado por ello porque comprendo que me has querido y que me quieres mucho.... Yo también te he demostrado siempre amor verdadero. No puedes quejarte.

; lo que es por quejarte no quedará... Doña Bárbara entró diciendo con autoridad: «A la cama, niño, a la cama. Ya es de noche y te enfriarás en ese sillón». Bueno, mamá; a la cama me voy. Si yo no chisto, si no hago más que obedecer a mis tiranas... Si soy una malva. Blas, Blas..., ¿pero dónde se mete este condenado hombre? María Santísima, lo que bregaron para acostarle.

Tiburcio solía cabalgar junto a él y procuraba consolarle y entretenerle con pláticas amenas y con juiciosas reflexiones. El mal y el bien dijo una vez , la próspera o la adversa fortuna carecen a menudo de ser real y dependen de nuestro modo de entender las cosas. De aquí que yo pueda afirmar razonablemente que no debes quejarte de tu suerte, sino tenerla por próspera.

A ver. ¿Quién te hirió? ¿Cómo? ABIND. Mi esposa, No es herida peligrosa. JARIFA. Todo lo quiero saber. ¡Ay de , que no era en vano El quejarte y suspirar Toda la noche! ABIND. Has de estar Atenta. JARIFA. Di, esposo, hermano. ABIND. ¿Tu hermano soy todavía? JARIFA. Fuése la lengua, perdona. ABIND. El trato antiguo la abona.

Yo quisiera darte un consejo bien sincero sobre Adriana. No lo tomes a mal ni supongas que pueda guardarle rencor... Al contrario, me ha hecho pasar buenos momentos, me ha mirado con ojos dulces... en fin, yo no podría quejarme... ¿No puedes quejarte? dijo Muñoz, los ojos llameantes y un impulso de echarle las manos al cuello. Sentía que Castilla estaba groseramente mintiendo.

Desencadenado contra el odio profundo de una raza que fue en todos tiempos el azote de tu pueblo, sola, aislada, no encontraste por eco de tus lamentos sino un contínuo grito de venganza, y llegaste hasta á perder la voz para quejarte de tus acerbos males. Soleyman no se contentó ya con ser el general de tus ejercitos: levantó de las oscuras gradas del trono la espada de tus reyes.

¡Yo no he cambiado! le interrumpió Melchor con cierta vehemencia, suspendiendo la tarea de anudarse la corbata. ¡Son ellos los que me habrán hecho cambiar!... Los que supieron aprovecharme siempre que me necesitaron, y para sacarme el cuerpo el día que pude necesitar de ellos: ¡porque todos son así!... ¡Son ganas de quejarte! ¡Bueno!

Así es mi modo: al pan, pan; y al vino, vino. Y después, se hubiera dicho que te gozabas en mortificar a papá. ¡Oh, no! me dolería mucho contrariarle; su cara burlona me gusta y lo quiero con locura. Conque, así no cambiemos las cosas, Blanca; el que nos ha hecho rabiar es él, atacando el matrimonio, y no puedes quejarte de mi, por que al fin y al cabo sabes lo que querías saber.

Destruyeron el hierro y el fuego tus soberbios monumentos: fueron tus mejores hijos sepultados en el fondo de tus ruinas. Cayó sobre la mas horrible tiranía; y ni libertad tuviste para quejarte de tus infortunios. Fuiste el sepulcro de tu pueblo, el monte en que sentaron sus trofeos tus implacables enemigos. Cayó Córdoba en poder de los árabes poco despues de la batalla del Guadalete.