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La palabra cogulla viene de la latina cuculla, que propiamente significa capilla: esta es la parte principal del hábito, y de tal manera que no se daba á los religiosos hasta profesar; entonces el que recibia sus votos, que era el abad, al ponérsela en la cabeza se la sujetaba con unas puntadas debajo de la barba como si le amortajase, y el nuevo profeso no podia quitársela por espacio de tres dias, al cabo de los cuales recibia la comunion, y el que se la administraba le soltaba la cogulla.

Se conoce que había sido hecho á la aguja con sorprendente habilidad; y las puntadas, como me aseguraron damas muy peritas en el asunto, dan prueba patente de un arte ya perdido, que no es posible restaurar, aunque se fueran sacando uno á uno los hilos del bordado.

Al menos Obdulia, viviendo entre ataúdes, tiene sobre qué caerse muerta... Pero , ¿de qué vas a vivir? ¿Del dedal y las puntadas de ese prodigio? Verdad que como eres tan trabajador y tan económico, aumentarás las ganancias de ella con tu arreglo. ¡Dios mío, qué maldición ha caído sobre y sobre los míos! Que me muera pronto para no ver los horrores que han de sobrevenir».

El vestido regular en las mujeres es una especie de saco de lienzo de algodón, a que llaman tipoy, sin mangas ni cuello, sino sólo unas puntadas por una de sus bocas con que lo acomodan al cuerpo; otras forman con lo mismo una camisa larga a manera de una alba que es algo más decente, aunque ya esto está bastante mejorado.

La implacable claridad solar azuleaba el paño negro de las relucientes levitas, suavizaba los fuertes colores de las sedas, descubría las menores imperfecciones de los cutis, el salseo de los guantes, el sitio de las antiguas puntadas en la ropa reformada ya.

En cuanto al zapatero, que era de los más humildes, aguzaba el ingenio para que las piezas y medias suelas que ponía a los zapatos del Obispo estuvieran bien disimuladas. Pero, señor gritaba el ama de llaves, doña Úrsula, heredera en el cargo de doña Paula ; si usted pide milagros. ¿Cómo no se han de conocer las puntadas? Compre usted unos zapatos nuevos, como Dios manda, y será mejor.

Son de ver, a las mañanas, las diversidades de cosas que sanamos; que, como tenemos por enemigo declarado al sol, por cuanto nos descubre los remiendos, puntadas y trapos, nos ponemos, abiertas las piernas, a la mañana, a su rayo, y en la sombra del suelo vemos las que hacen los andrajos y hilachas de las entrepiernas.

No, hermana, tome el suyo y verá cómo son iguales. Voy a ver por gusto... Es verdad, son iguales..., ¡qué tonta! La franela está demasiado tiesa. Es que no la han mojado bien. La toca está planchada. ¡Jesús mío, qué puntadas!... ¡Esto no es coser, es hilvanar!... ¿Quién ha hecho esta túnica? La hermana Isabel. ¡Pues se ha lucido!

Vestía, dentro de su condición, con elegancia y primor. Por encima del traje traía un delantal color gris orlado de puntilla blanca. ¡Ya podías aguardarme, chiquilla! ¿Dónde estabas metida? dijo con tono de mal humor y distraído a la vez la señora. Estaba en la cocina.... Había ido a darle unas puntadas a la falda de Teresa, que se le ha roto en un clavo repuso con afectada humildad la doncella.