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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Mas como al cabo nadie se presentaba con estas cosas en la mano a satisfacer sus votos, no tuvo otro remedio que ir bajando el diapasón, hasta que al fin sus coléricas protestas se fueron trasformando poco a poco en murmullo sordo y amenazador como el de los truenos lejanos. Y la tertulia recobró su dulce sosiego habitual. Pero quedó suspendido por aquella noche el juego de prendas.
Pero, hija mía, es imposible que después del sacudimiento nervioso que has tenido, después del viaje tan molesto en carruaje, no te sientas fatigada. ¿No sería mejor que fueses a la cama? Hizo nuevas protestas de que no estaba fatigada, de que no tenía sueño.
Al cabo se entregó, más que por convencimiento, por falta de fuerzas para salirse con la suya; pero volvió la cara hacia la pared refunfuñando protestas e improperios como un chiquillo contrariado. Despachado este asunto y mientras íbamos a ver a Chisco, decía yo al médico que acaso tuviera razón mi tío en su porfía con nosotros. ¡Era tan extraordinaria su naturaleza!
En efecto, ¿por qué su prometida le confiaba por primera vez los quebrantos de dinero que afectaban a su padre? ¿No era aquello una maniobra hábil, a fin de prepararlo a la idea de casarse sin dote? Quizá quería enternecerlo con lágrimas, y arrancarle protestas y juramentos que lo ligaran más. ¡Las jóvenes son a veces tan astutas!
Con hombres así le gustaba tener negocios. Alicia, que había seguido la escena desde lejos, salió á su encuentro, avanzando disimuladamente una mano. Toma. La diestra de Miguel ofreció los billetes con tal rudeza, que esta entrega casi fué un manotón agresivo. Su vergüenza por el acto reciente se exteriorizaba en confusas protestas. ¡Las mujeres!... ¡Lo que me has obligado á hacer!...
Y se descuidaba de hacerlo, ¡eran de oir sus protestas y recriminaciones! No pasaba día sin que la casa del médico no resonase con voces coléricas, gritos y lamentos.
Pues yo te digo que desde ayer te adoro aún con más entusiasmo... que no ha menguado el amor y la admiración que me inspiras... Pero quiero que seas mía, completamente mía... como yo lo soy tuyo... en cuerpo y en alma. Después de muchas protestas de cariño por una y otra parte, Miguel volvió solapadamente, dando grandes rodeos, a su tema.
Solo el agua fría repuso: Bien, está muy bien, Sandoval; yo tambien podría decir lo mismo si fuese peninsular, pero, no siéndolo, si dijese la mitad de lo que usted, usted mismo me tomaría por filibustero. Sandoval empezaba un discurso lleno de protestas cuando fué interrumpido. ¡Albricias! amigos, ¡albricias! ¡Victoria! gritó en aquel momento un joven entrando y abrazando á todos.
Vio á lo lejos, en la puerta de la taberna de Copa, á su enemigo Pimentó, con el porrón en la mano, ocupando el centro de un corro de amigos, gesticulante y risueño, como si imitase las protestas y quejas del denunciado. Su condena era un tema de regocijo para la huerta. Todos reían. ¡Rediós! Ahora comprendía él, hombre de paz y padre bondadoso, por qué los hombres matan.
Cuando llegó, Clara aún estaba vestida esperándole aunque era ya más tarde que de costumbre. Al ver la descomposición de su rostro, al sentir sobre sí la mirada fulgurante de su marido comprendió que éste tenía conocimiento de la visita del marqués. La escena que se desarrolló fue violentísima: gritos, lágrimas, recriminaciones, protestas.
Palabra del Dia
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