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Actualizado: 30 de abril de 2025


Afirmaban que aquel símbolo no era simplemente un paño escarlata, teñido con un color que era obra del hombre, sino que el rojo ardiente lo producía el fuego del infierno, y se le podía ver brillar con todo su fulgor cuando Ester se paseaba sola, junto á su morada, durante la noche.

Al otro día fué al paseo del Retiro y allí la halló. Desde entonces espió y siguió sus pasos con una constancia que revelaba el profundo sentimiento que embargaba su espíritu. Aunque tenía bien presente la fisonomía de su madre, el semblante de Clementina Salabert se lo traía a la memoria con mayor energía. Esto le producía vivo dolor, en el cual se placa, aunque parezca paradójico.

Finalmente, tuvo la suerte de descubrir un cristal mucho más blanco que el Baccarat, que, con un tallado hábil, producía reflejos de diamante. Este fue el principio de una era de gran prosperidad para la fábrica. Llegó a tener una cantidad de demandas muy superior a la de la antigua casa Bontemps, y, entonces, el nuevo dueño se permitió emprender obras de arte.

Las lecturas públicas en el Turco compitieron en forma y alboroto con las reuniones de la Sociedad Patriótica establecida en el exconvento de Regina y en ambas adquirieron relieve y notoriedad gran número de liberales cuya oratoria pintoresca producía siempre el mayor efecto.

En su bazar, situado en una de las calles más céntricas, se veían reunidos los más preciosos objetos de la industria humana, así de lo que en nuestra Península se producía como de lo traído de remotas regiones; de Bagdad, de Damasco, de Bocara, de Samarcanda, de la Persia, de la India y del apenas conocido inmenso imperio del Catay.

La blancura del patio silencioso frisos, columnas y estatuas de mármol producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.

Y aquella vida galante de la corte le producía cierto deslumbramiento como los fulgores de un sueño feliz. Cuando había estado en Madrid, su cualidad de provinciana rica, no le había consentido gozar más que de los teatros, de los paseos en coche por la Castellana, de las tiendas y las calles. De la corte, de sus saraos y regocijos, había permanecido tan distante como en Sarrió.

Hasta hace poco tiempo esto era un simple anhelo de emancipación, indeterminado y declamatorio, que únicamente producía conflictos dentro de las familias. Los periódicos lo llaman el «varonismo», riéndose de él.

Gonzalo se desternillaba de risa, sin comprender que es peligroso que los maridos rían demasiado los chistes de sus mujeres. La vida que hacían era harto sedentaria. A Ventura no le gustaba salir de casa. El sol le producía dolor de cabeza; el fresco de la tarde le irritaba la garganta. Cuidaba del aliño de su persona, y variaba de trajes lo mismo que si se hallase en Madrid.

Busque usted y no tardará en hallar al traidor. Un amigo lealEchola al correo y esperó con ansia el efecto que producía. D. Pedro la recibió delante de ella y la leyó. Su rostro se contrajo fuertemente y se cubrió de palidez cadavérica. ¿Quién te escribe? preguntó ella con naturalidad.

Palabra del Dia

bagani

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